Reaparece el ministro del Interior francés tras una grave enfermedad
"El buen Dios no ha querido hacerse cargo de mí, pero el diablo tampoco". Es una de las frases pronunciadas por el ministro del Interior francés, Jean-Pierre Chevènement, que mantiene intacto su sentido del humor y su fina ironía tras haber sobrevivido a un coma profundo y haber deshecho todos los pronósticos médicos que, en el mejor de los casos, le auguraban secuelas irreversibles. Chevènement reapareció en público en un acto en el que demuestra que se halla recuperado.
El hombre que Francia dio por perdido hace tan sólo dos meses, el ilustre paciente que sufrió una crisis gravísima de rechazo a la anestesia con paro cardiaco incluido cuando era operado de hernia, acredita largamente estos días una sorprendente recuperación que todo el mundo considera milagrosa. Más aún, Jean-Pierre Chevènement ha surgido de ese mundo oscuro que es el coma envuelto en una aureola de personaje especial, nada común, reforzado en el título de hombre voluntarioso capaz de sobreponerse a las situaciones críticas, de vencer a las amenazas y a los negros presagios.La leyenda Chevènemente, corazón de león cristalizó el sábado en la pequeña Belfort, su población de origen, donde el ministro hizo su primera reaparición pública. El líder del Movimiento de los Ciudadanos, un partido hecho a su imagen y semejanza, se presentó allí para imponer la insignia de caballero de la Legión de Honor a Janine Bazin, la delegada del festival cinematográfico cuya presidencia ostenta él mismo.
Allí, rodeado de cientos de amigos, el ministro del Interior fue agasajado con un león de bronce por su amigo el ministro de la Guerra de Burkina Faso, Larle Naabe. Cuando Chevènement cayó en coma profundo, mientras los médicos luchaban por salvarle la vida, mientras hasta sus adversarios políticos -numerosos, tratándose de un ministro del Interior- hacían votos por su restablecimiento, en Burkina Faso se sacrificaban vacas y cabras a los dioses implorando el milagro.
La prueba por la que ha pasado Chevènement, su larga estancia en el umbral de la muerte, ha contribuido a humanizar su figura, a resaltar las peculiaridades de un hombre, republicano antes que nada, que dio prueba de la firmeza de sus convicciones al dimitir como ministro de Defensa cuando el entonces presidente François Mitterrand decidió que Francia se sumara a la guerra contra Irak.
Aunque la visita a Belfort, de donde fue alcalde hasta el pasado año, es la primera de sus apariciones públicas, el ministro lleva ya semanas retomando discretamente el pulso a los asuntos de su Ministerio del Interior y estudiando asuntos de actualidad como el rebrote del conflicto de los inmigrantes, los sans papiers (indocumentados) y la situación creada tras la tregua decretada por ETA.
Se sabe que se ha visitado la sede del ministerio y que habla regularmente con Jean-Jack Queyranne, el actual ministro del Interior, que ejerce su función con carácter interino, ya que el primer ministro, Lionel Jospin, ordenó que la plaza de titular quedara vacante a la espera de la recuperación de Chevènement, su hombre de confianza. Todo parece indicar que su incorporación oficial se producirá a finales de este año o principios del que viene. De momento, él se niega a fijar la fecha: "No volveré a coger la raqueta hasta que esté en condiciones de subir a la red".
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