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Anjel Lertxundi combina tragedia y juego en "Lehorreko koadernoa"

El escritor Anjel Lertxundi (Orio, 1948) detiene su mirada en el público juvenil con su novela Lehorreko koadernoa (Cuaderno de tierra). Esta obra, publicada por la editorial Alberdania, combina tragedia e ironía y consigue hilar, a partir de un detalle real, una ficción que invita al viaje iniciático literario. Lehorreko koadernoa parte de una vivencia real del escritor. Hace seis años, un día que paseaba por la playa de Zarautz, se encontró una botella. En su interior había un papel, firmado por Pata de Palo en 1900, en el que aparecía dibujado un mapa de la ubicación de un tesoro en Uruguay. Al dorso, figuraba una imagen de Jesucristo. Este pequeño detalle de su biografía cobra identidad propia en el libro: ha servido a Lertxundi para adentrarse en el mundo de "la tragedia y el juego", según dijo el escritor Juan Kruz Igerabide en la presentación de la obra. Tragedia, la del escritor enfermo, siempre con la muerte pisándole los talones; juego, como actitud vital del personaje que se enfrenta a su enfermedad con ironía. El escritor vive entre libros, no deja de viajar, pero nunca de forma física, sino espiritual porque su estado no se lo permite. De ahí viene el título del libro. "Es una especie de marinero en tierra, viaja desde su biblioteca, desde sus libros", dijo Lertxundi.Su novela es como "una guía para gozar de la literatura". No lo dijo el autor, lo resaltó por encima de todas las virtudes de Lehorren koadernoa Igerabide. "Es como una huerta que da los frutos más variados, que abre el apetito a la literatura". Y es que en su libro Lertxundi incluye textos heterogéneos; desde cuentos cortos, hasta pasajes con tintes históricos. Pero el autor entreteje, a partir de la diversidad, una obra "con una unidad muy conseguida", a juicio de Igerabide. 98 pasajes Lehorreko koadernoa está dividido en 98 pasajes, los días que indicó el autor real del mapa como necesarios para llegar hasta el tesoro. "En principio puede parecer difícil lograr la unidad", dijo ayer Igerabide, "pero el hilo del viaje, la tragedia del escritor y el suspense que se mantiene como telón de fondo hila los variados textos de principio a fin". Lertxundi se ha dirigido esta vez al público juvenil, pero su libro permite una lectura más ámplia sobre la vida, que promete cautivar al adulto. El proceso de creación le ha resultado complejo al autor. "La literatura juvenil", afirma, "necesita de tanta seriedad como la adulta". Empezó a escribirlo tras encontrar la botella y en un mes finalizó su primera versión. El autor consultó con grafólogos y oceanógrafos, que le confirmaron su impresión de que el autor del mapa era un niño de una localidad cercana. Pero lo dejó apartado. Ahora, cuando Lertxundi calcula 18 años a aquel joven, el libro está terminado. Le queda la ilusión de que algún día alguien toque la puerta de su casa y le diga: "Soy Pata de Palo y acabo de leer tu novela".

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