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La voz de "una chica bastante normal"

Los estadounidenses descubren la "humanidad" de Lewinsky

Durante diez meses, los estadounidenses especularon sobre cómo sonaría la voz de Monica Lewinsky. ¿Sensual como la de una vampiresa? ¿Aguda e irritante como la de una niña maleducada? ¿Fría y calculadora como la de una ejecutiva? Ahora ya saben que no se corresponde a ninguno de esos estereotipos. "Monica Lewinsky", escribía ayer Associated Press, "suena como una muchacha bastante normal de veintipocos años: comunicativa, emotiva, entusiasta, preocupada por sí misma. Despliega una agradable variedad de tonos y es precisa en la dicción incluso cuando titubea". La noticia de ayer en EEUU, la que de verdad suscitaba conversaciones entre los ciudadanos, seguía siendo la voz de Lewinsky. Hasta el lunes, en que fueron difundidas las 22 horas de conversaciones grabadas subrepticiamente en el otoño de 1997 por Linda Tripp, el gran público jamás había escuchado a la ex becaria de la Casa Blanca, la gran muda del culebrón.Eso se prestaba a que se le atribuyeran todo tipo de fantasmas. El de mayor éxito, difundido por la Casa Blanca y aceptado paradójicamente por las feministas, presentaba a Lewinsky como una "cazadora" que había convertido al "pobre" Clinton en una de sus víctimas. Pero, como escribió ayer Marc Fisher en The Washington Post, la posibilidad de escuchar la voz de Lewinsky "revela la humanidad de una persona que se había convertido en poco más que una caricatura". The Voice, como la llama la prensa de EE UU con la fórmula empleada para Frank Sinatra, se ha convertido en una muchacha activa, inconsciente, soñadora y frágil que cometió el terrible error de enamorarse del hombre más poderoso del planeta, desde el primer momento en que, según cuenta, le miró al fondo de los ojos. Y que comprendió en un determinado momento que pagaría muy caro ese error. "Yo no puedo ganar", le dijo a Tripp.

La Casa Blanca es el único lugar de EE UU donde ni ayer ni el martes se escuchó a The Voice a través de la televisión, la radio o Internet. Nadie se atrevía a molestar al jefe.

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