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Estudios de campo

EXPOSICIÓNF. J. TITOS, Granada En los expositores de la quinta edición de las Jornadas sobre hongos que concluyen hoy, no figuran las mortales Amanita phaloides y Amanita virosa. Ambas pueden encontrarse en los bosques andaluces, pero la escasez de lluvias y las altas temperaturas otoñales han impedido que crezcan como lo que son: setas. Sobre las mesas, a la entrada de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, si está, por el contrario, la Amanita muscaria, una especie alucinógena que el año pasado despertó gran interés entre los visitantes de la exposición. Tanto que un amigo de lo ajeno decidió darse con ella un viaje que de otro modo no podría costear. Los alumnos de 5º curso recuerdan con ironía la anécdota. Han sido ellos los que, junto con Guadalupe Marín, profesora titular de Ecología Vegetal, han recolectado las más de 60 especies de hongos mostradas en las jornadas. Durante el pasado fin de semana, medio centenar de estudiantes de Ecología Vegetal buscaron las setas en los distintos bosques de Granada. "Se trata de un auténtico trabajo de campo", señala la profesora. Divididos en grupos de seis y pertrechados con cestas y bastones visitaron pinares, alamedas, encinares y uno de los pocos robledales de la provincia, el de Güéjar Sierra. Este año, debido a las condiciones climáticas poco propicias, encontrar los hongos no fue fácil. "Puedes pasar horas sin ver uno, hasta que aprendes dónde buscar: en la base de los árboles y debajo de las hojas. Llegan a nacer, incluso, en las piñas de los pinos", explica María Luisa Salvatella, una de las alumnas. A las tareas de recolección siguen las también complejas de reconocimiento y ordenación. Siguiendo la filosofía de la exposición, se clasifican en función de su interés gastronómico. Las jornadas las organiza el Vicerrectorado de Servicios a la Comunidad Universitaria y, desde su primera edición, han estado ligadas a la cocina. Este año, una veintena de restaurantes de Granada, Jaén y Almería ofrecen, en los propios pasillos de la Facultad de Farmacia, una degustación de sus especialidades con setas. Además, las Jornadas se cierran hoy con una mesa redonda que estudia sus aspectos nutricionales y culinarios. En los expositores de la muestra, cada hongo aparece con su nombre científico y clasificado según su interés para la cocina, su indiferencia o su toxicidad. La mayoría de las especies recogidas carecen de valor gastronómico, 11 resultan venenosas, y casi 30 pueden ir a la cazuela. Como los típicos níscalos (Lactarius deliciosus), o las deliciosas setas de cardocuco (Pleurotus Eryngii) y de chopo (Agrocybe Cylindrica). Los hongos se exponen en una reproducción de su hábitat. "Si se crían en un encinar las rodeamos de bellotas, si es en una alameda, con hojas de chopo. Y tratamos de respetar la posición en que fueron encontradas", explica Antonio Reyes, otro estudiante. Reyes ya aprobó la asignatura y continúa colaborando en las jornadas por pura afición. Considera que un día en el campo vale más que un mes tomando apuntes. Opinión que respalda Guadalupe Marín. "A veces la teoría no es más que una retahíla de nombres en latín y los alumnos se aburren. De esta forma pueden llevar sus conocimientos a la práctica y además trabajar en equipo". Junto a la exposición de setas de carne y esporas figura otra de papel timbrado. La afición a la filatelia de José María Losa Quintana, profesor del departamento de Biología Vegetal, le ha llevado a reunir unos 140 sellos dedicados a los hongos. Estos no envenenan pero los primeros sí. Según datos de la profesora Marín, en España se producen cada otoño unas 300 intoxicaciones por ingestión de especies venenosas. De estos, un 40% son graves y entre un 5% y un 10%, mortales.

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