Lo ha vuelto a hacer
SADAM HUSEIN lo ha vuelto a hacer. Después de llevar al límite la posibilidad de provocar una intervención militar de Estados Unidos y de mantener un tenso enfrentamiento con la ONU a cuenta de la negativa a colaborar con los inspectores del desarme, en el último minuto, el ministro Tarik Aziz envió una carta al secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, en la que rectificaba su decisión de expulsar a los inspectores de la ONU y le comunicaba la vuelta a la cooperación con la Comisión Especial para el Desarme y con la Agencia Internacional de la Energía Atómica. En suma, una calculada vuelta atrás que incluye una larga lista de quejas y agravios respecto a las inspecciones. Ajustó tanto el tiempo de respuesta que el ataque que las fuerzas estadounidenses tenían previsto para el sábado fue anulado en el último momento por Clinton.La estrategia de la tensión calculada funciona. Clinton y sus asesores mantienen que la aceptación es un truco, y probablemente lo sea; pero han anulado momentáneamente las operaciones militares. En términos generales, la paz es preferible siempre a cualquier guerra. Máxime cuando, como en este caso, son muchos los países que se muestran reticentes a la intervención militar en Irak -como Rusia, Francia o China- y la ONU no ha dado su plácet al respecto.
Suponer que la aceptación incondicional de Husein garantiza que los inspectores podrán desarrollar su trabajo en Irak y que el presidente iraquí no resucitará con cualquier pretexto una nueva estrategia de la tensión sería lo más parecido a una ingenuidad. Sadam se ha enfrascado en un juego táctico y no lo abandonará por las buenas. En ese sentido, tampoco es una explicación demasiado firme suponer que son las presiones recibidas desde Moscú y desde la ONU las que le han impelido a modificar su actitud. El problema es saber si Estados Unidos o las Naciones Unidas disponen de una estrategia política y diplomática apta para responder al juego de provocaciones con el que Sadam pretende reforzar su posición de líder islámico.
El manejo de las sanciones económicas -otro problema cuya solución se aplaza debido a la política de enfrentamiento calculado- pudo haber sido un resorte eficaz, pero finalmente sólo castigan al pueblo iraquí y tampoco han impedido la última escalada. Y, sin embargo, es urgente para Clinton y Annan encontrar un sistema de aproximación eficaz, que sea más útil que la supuesta defensa de los intereses nacionales del primero o la mera invocación a la cordura del segundo; salvo que se quiera repetir una y otra vez el juego del gato y el ratón, del ataque autorizado y anulado después.
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