El empeño de Manuel Fraga

Galicia es uno de los ejemplos más claros de lo que rodea a una fusión de cajas. El norte de la comunidad está dominado por la potente Caixa Galicia. Pero en el sur existen tres, que son las que Manuel Fraga quiere unir: Vigo, Pontevedra y Ourense.

En 1996, Fraga encargó a su consejero de Economía, Xosé Antonio Orza, que convenciera a las tres entidades de la bondad de la unión. El fondo de la cuestión era más político que económico, y Orza, un reputado tecnócrata sin peso en el partido, fracasó. Fraga volvió a la carga hace unos meses. Pero esta vez encomendó la misión al secretario general del PP gallego, Xosé Cuiña, quien ha avanzado más, pero aún está lejos de cumplir sus propósitos. Los poderes locales, o lo que viene a ser lo mismo, las baronías del PP gallego, son los más reacios a la fusión. Las cajas, controladas por diputaciones y ayuntamientos, son un poderoso instrumento en manos de algunos dirigentes populares para mantener el control de sus feudos. Teóricamente, Cuiña está bien conectado con los barones, pero sólo ha logrado declaraciones genéricas a favor de la fusión.

La más interesada en que el proceso culmine es Caixavigo, ya que eso permitiría crear un polo financiero en la ciudad para competir con A Coruña, donde tienen su sede Caixa Galicia y el Banco Pastor. Sin embargo, en Ourense y Pontevedra temen que la pretendida fusión sea más bien una absorción. Desde hace algunas semanas, técnicos de las tres cajas estudian los pormenores de un proyecto de fusión, aunque se da por descontado que no habrá una decisión hasta después de las elecciones municipales de junio.