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La renovación de un símbolo

El Puente Colgante, que une las dos márgenes de la Ría entre Portugalete y Las Arenas durante 24 horas al día, vivió ayer una jornada de fiesta. Las autoridades vizcaínas se unieron a sus usuarios habituales para la inauguración de las nuevas cabinas del transbordador, completamente cerradas y similares a un vagón de metro, que protegen a los viajeros del frío, el viento y la lluvia, y reducen el tiempo del trayecto de 8,5 minutos a 7. Las ventajas de las modernas barquillas beneficiarán a los 16.000 pasajeros y 1.200 vehículos que diariamente utilizan este servicio centenario. Ayer, para empezar, los usuarios viajaron gratis en el transbordador durante dos horas. "Con las antiguas barquillas, el agua entraba por los costados y los viajeros se mojaban y pasaban frío", comentaba Francisco Javier, uno de los trabajadores del servicio, durante el viaje inaugural. Las autoridades se apostaron en la plataforma exterior descubierta y dejaron las nuevas cabinas para el disfrute de los viajeros. "A partir de ahora utilizaré más el transbordador, sobre todo, en invierno", comentaba una señora, encantada con las nuevas cabinas, fabricadas con aluminio y poliéster. Otros, en cambio, no se mostraban tan entusiasmados. "Para el invierno está mejor", se limitó a decir Tatiana, una joven de Portugalete, que utiliza diariamente este transporte para ir a trabajar a Las Arenas. A su lado, terció un jubilado de Santurtzi, indignado por "el bombo que le están dando a esta tontería". "Las cabinas son cerradas, sí, pero más peligrosas que antes. Hace falta más ventilación", criticó. La protesta se convirtió en generalizada dos minutos después, cuando paró el transbordador repleto de gente en mitad de la Ría para que un sacerdote bendijera las instalaciones. Los viajeros, ajenos al acto protocolario, comenzaron a protestar, silbando y pataleando. "Que tenemos que coger un autobús", se quejaba un grupo de jóvenes, mientras una señora no paraba de repetir: "¿Por qué no vienen a inaugurar a las siete de la mañana? Tenemos cosas que hacer". Un guarda de seguridad entró en la cabina para intentar calmar a los pasajeros. Misión imposible; varios ciudadanos replicaron en actitud desafiante: "¿No nos podemos quejar? Tenían que haber avisado de esto". Los abucheos terminaron cuando continuó la marcha el transbordador, que tiene capacidad para 200 pasajeros y seis coches. Las nuevas barquillas, que han costado 80 millones de pesetas, son parte del plan de modernización que ha iniciado la sociedad Transbordador de Vizcaya, que explota este servicio desde 1996. La empresa ha gastado ya 180 de los 360 millones que costará el lavado de cara del puente y la construcción de una pasarela peatonal a 40 metros de altura. "El Puente Colgante es un símbolo de Vizcaya y sirve para que en un futuro no haya distinciones entre Margen Izquierda y Margen Derecha [del Nervión]", declaró el diputado general, Josu Bergara, quien recordó que en todas sus visitas a Bilbao Frank Gehry, el arquitecto del Museo Guggenheim, se ha acercado a ver el Puente Colgante. Declarado monumento por el Gobierno vasco, el transbordador, con un diseño similar a la Torre Eiffel, es obra del arquitecto Manuel Palacio y funciona desde 1893.

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