Grasa de coche
El aceite de colza desnaturalizado que llegó a Arganda fue analizado en el Instituto Carlos III de Majadahonda para determinar los componentes tóxicos que habían acabado con la vida de 346 personas.
Los técnicos descubrieron que algunas garrafas no contenían aceite de colza, sino aceite industrial. Y es que cuando el Gobierno anunció que canjearía el aceite tóxico por otro de oliva, algunos aprovechados llevaron aceites para coches.
El proceso penal del síndrome tóxico se cerró en 1992, aunque no fue hasta noviembre de 1997 cuando la Audiencia Nacional ordenó el pago de las indemnizaciones (86.000 millones de pesetas). Pero antes, en 1995, la senadora del PP Rosa Vindel interpeló al entonces ministro de Justicia, Juan Alberto Belloch, sobre el destino final de los bidones tóxicos. Belloch anunció que el aceite sería destruido en breve.
Tuvieron que pasar otros dos años hasta que la Fiscalía exigió a Medio Ambiente que destruyese, de una vez por todas, el veneno que el 12 de octubre de 1981 -43 días después del primer fallecimiento- fue reconocido por la Administración central como el causante de una enorme lista de muerte y pena.
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