Suaviter in reXAVIER BRU DE SALA
Parece que, después de 15 años de visiones políticas contrapuestas, se perfilan un par de cuestiones fundamentales para Cataluña susceptibles de consenso. Tal como ha reflejado EL PAÍS, a diferencia de otros rotativos -barceloneses-, el reciente libro de Proa sobre las relaciones económicas y fiscales titulado Catalunya i Espanya deja sentada con práctica unanimidad lo discriminatorio del déficit fiscal, que debería reducirse entre 300.000 y 500.000 millones de pesetas para situarse a niveles de solidaridad equitativa, mediante un mecanismo de cesta de impuestos en el que resulta ímprobo señalar las diferencias sustanciales entre CiU y socialistas. Por otra parte, destacados líderes del PSC y nacionalistas de CiU hablan ahora de relectura de la Constitución. La estrategia que Serra diseña para Maragall se centra en forzar al PSOE a apoyar el federalismo asimétrico. La inercia centralista es tan fuerte que tal vez no consiga vencer la oposición de Borrell, los tres tenores y casi todo Madrid, pero no se dirá que no incrementa exponencialmente las posibilidades del consenso interior en Cataluña. No se sabe si Maragall es hombre para liderar una etapa fundadora de nuevos consensos. Algún poso le habrá dejado media vida de enfrentamientos no siempre caballerescos. Peor lo tienen Pujol y el aparato de CDC. Para quienes han probado y esperan seguir alimentándose de las mieles electorales del juego en solitario en el terreno catalanista, es más fácil intentar el traslado del campo a la cima del Pedraforca que dejarlo donde estaba y admitir la presencia de rivales en él. Las necesidades de Cataluña han salido goleadas a pesar de tener CiU la aritmética parlamentaria a favor y lucir Pujol el silbato de árbitro. Eso se ilumina con luz cenital, sin sombra de duda, después de evaluar los resultados del método Pujol de reclamación en la legislatura anterior y en la presente. Pujol es un gran malabarista de la pelota en la liga catalana de fútbol sala, capaz de marear y dejar tumbados a los rivales e incluso a los de su propio equipo, pero en el tablero español es como un rey sin alfiles, caballos, torres ni reina, es decir, sin capacidad o voluntad de movimiento. Nació para defensa y pretende pasar por el crack de la negociación que ciertamente no es. ¿Entonces? ¿Es imprescindible jubilar a Pujol para conseguir una cierta equidad fiscal y una mejor capacidad para gestionar en casa nuestros recursos? Si no hay cambio convergente de estrategia y sigue huyendo del consenso como de la peste, me temo que sí. La fórmula mágica del pujolismo es suaviter in re, fortiter in modo (que traduciremos como blando en contenidos, brusco en palabras): "España no es una nación", pero, debe proseguir para sí, "es un artefacto tan poderoso que más nos vale no poner a prueba su paciencia exigiendo números claros". Visto que con tales invocaciones no salen conejos de la chistera, los que le siguen, sean de su partido o de ERC, apuestan por la fórmula fortiter in re, fortiter in modo, como si la estridencia y el enfrentamiento tuvieran el efecto de reforzar el nacionalismo y acercar el momento de convertir sus reivindicaciones en hechos. Da igual que la experiencia histórica y una correcta evaluación de fuerzas y apoyos lleven a concluir lo contrario. Lo importante es enardecerse y jugar sin rival, no poner la inteligencia a calcular. De hacerlo, se caería fácilmente en la cuenta de la estrategia adecuada, con siglos de éxitos a sus espaldas, fortiter in re, suaviter in modo. Afianzar lo propio, fortalecer el consenso interior para reclamar, con firmeza de fondo y suavidad de formas, en nombre del éxito común de España, una cierta equidad en la distribución de recursos y una notable capacidad de gestionarlos en casa. Pongamos algunos ejemplos prácticos de lo que justifica el fortiter in re. No tiene sentido que el Eje Transversal y el Eje del Llobregat sean competencia de la Generalitat mientras que el Eje Pirenaico depende de Fomento. La dinámica de la necesidad de infraestructuras viarias, proporcional a la producción y al movimiento más que al territorio y la población, ha hecho saltar por los aires el concepto de red básica de carreteras y red regional. ¿Es o no la A-16 de Sitges una variante de la A-7? Si lo es, que lo es, debe tener el mismo rango, y el Gobierno central proceder a incautarse de su gestión o ceder constitucionalmente sus competencias, traspasar la proporción que se acuerde de su presupuesto de infraestructuras y abstenerse en el debate entre la Administración y ACESA sobre el rescate, los plazos, los peajes de las autopistas y el desdoblamiento de la N-II. Tal como están las cosas, no es posible saber si Cataluña está discriminada en este punto, la vergüenza de la N-II y los peajes, por el centralismo, por los intereses de la propietaria de las autopistas o por la blandura de Pujol. Como el tema del AVE ya está claro, sigamos con las ventajas del suaviter in modo. El competidor europeo de los puertos de Barcelona y Tarragona es Marsella-Fos, cuyo movimiento en toneladas casi cuadruplica el de ambos puertos sumados, por lo que reducir las desventajas en infraestructuras y comunicaciones que impiden el despegue acelerado de nuestros puertos no perjudica a nadie en España. Al contrario, genera mayor riqueza en uno de sus motores, lo que repercute en el crecimiento del conjunto. Otrosí, mientras los países centralistas, como el Reino Unido y Francia, juegan todas las cartas a favor de un solo centro de comunicaciones aéreas, los grandes países no centralistas, Italia y Alemania, apuestan por dos ciudades con capacidad parecida, lo que les confiere mayores ventajas a la hora de competir. Hoy por hoy, a Madrid le trae cuenta convertir su aeropuerto en uno de los grandes internacionales en detrimento del de Barcelona, al que se condena desde el Ministerio de Fomento a quedarse en segunda línea. Mañana, si el tráfico aéreo sigue aumentando, todos habremos salido perdiendo, aunque Madrid menos que los demás y Barcelona más que nadie. El sistema de la rueda beneficia a la capital que está en el punto de partida de todos los radios, pero en un mundo competitivo es más costoso para el conjunto que el sistema multicéntrico de red, con varias ciudades punta que compiten entre sí y colaboran a un tiempo frente a terceros. Lo que es bueno para Cataluña es bueno para España (mientras no sea la independencia, que sólo llegaría después de la expulsión previa por discriminación reiterada). En cambio, lo que vuelve a ser bueno para Madrid empieza a ser perjudicial para España, ya que resta energías a todos los demás y debilita sus motores. La justificación del centralismo, insolidario por naturaleza, está en el error de planteamiento de los nacionalismos periféricos. Fortiter in re, suaviter in modo.
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