Las memorias de Miguel García-Posada provocan un debate sobre el recuerdo
Los escritores Josefina Aldecoa y José Manuel Caballero Bonald presentan "La quencia"
Numerosas personalidades de la cultura asistieron ayer a la presentación de La quencia (Península), primer libro de memorias de Miguel García-Posada. El acto se convirtió en un debate sobre los límites entre la memoria y la narrativa, en el que intervinieron Josefina Aldecoa, José Manuel Caballero Bonald y Francisco Umbral. El autor señaló que no son las memorias de un crítico literario, sino que ha querido contar una época, un país y una ciudad.
La quencia, primer volumen de una trilogía, recoge los recuerdos del crítico literario Miguel García-Posada, desde que nació, en 1944, hasta los 24 años, en 1968. "Cada día creo más en las memorias como fuente de inspiración literaria y éste es un hermoso libro de memorias tal como las entiendo yo", dijo Josefina Aldecoa. La escritora citó, para hablar del libro, las famosas palabras de Antonio Machado: "Su infancia son recuerdos de un patio de Sevilla".García-Posada describe, dijo, escenas de su infancia en su Sevilla natal, en "una casa risueña enemiga de las sombras". Hizo hincapié en la doble lectura del libro: "Contiene una constante reflexión sobre la vida, sobre la lucha, el miedo y el dolor de nuestro país en la época que le tocó vivir. Un dolor del que no hablan los historiadores, porque es el dolor, escribe García-Posada, del que sólo hablan los poetas y eso explica la superioridad en cierto sentido de la literatura sobre la historia". Junto a los miedos, las carencias, los silencios de aquella España triste y amordazada, "la otra cara de la moneda" que aparece en el libro es "la plenitud de la infancia". Aldecoa señaló la descripción novelesca que hace de Sevilla.
Frontera estrecha
José Manuel Caballero Bonald afirmó que "se trata de una indagación espléndida sobre todo por el procedimiento que utiliza para explicarla" y añadió que está de acuerdo con García-Posada en que a la larga los libros de memorias resultan ficticios y que la frontera entre lo probable y lo imaginario es muy estrecha". La recuperación del pasado responde a un arbitrio selectivo". García-Posada le dio la razón y habló de Proust. "A la búsqueda del tiempo perdido son las memorias noveladas de este siglo. La memoria está llena de olvidos y de invenciones, el tiempo perdido está perdido para siempre. Inventar no significa mentir". "He querido hacer literatura en el sentido más amplio del término, transmitir poéticamente el conocimiento de un tiempo y de unas personas. El libro aspira a ser juzgado por su coherencia poética". García-Posada dijo que no existe disociación entre escritores y críticos, "según la opinión escorada de algunos. Sólo hay literatura y lectura". Muchos de los asistentes al acto, como Fernando Fernán-Gómez, Antonio Martínez Sarrión, Eduardo Haro Tecglen, Andrés Trapiello o Francisco Umbral, han escrito memorias. "Es un género no fácil y muchas veces se acaba haciendo novela", dijo éste. "Tiene muchos peligros y García-Posada ha salvado dos: el excesivo protagonismo, pues lo ha convertido en una narración colectiva, y la tentación del ensayismo. ¿Los has salvado deliberadamente?" "Uno tiene que ceñirse a la gramática de la narración y no hablar de sí mismo, eso sería autobiografía, que es un género muy diferente de las memorias", contestó el autor. Asistieron asimismo al acto Emma Cohen, Luis Mateo Díez y Fanny Rubio, que afirmó que, para ella, La quencia significa, sobre todo, "el paso de muchas gentes por el tiempo".Caballero Bonald resumió que el libro de García-Posada es "una crónica implacable de los años cincuenta", "una radiografía perfecta de esa sociedad, con juicios críticos muy ponderados". Destacó también "la prosa viva y jugosa, llena de eficacia y con una adjetivación precisa. Es un libro literariamente hermoso".
Babelia
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