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Cultura reserva 4.500 millones para llevarse a Toledo el Museo del Ejército el próximo año

Salvo el Ministerio de Cultura, que ha reservado 4.500 millones de pesetas al efecto, ninguna institución madrileña al completo apoya el traslado a la ciudad toledana del Museo del Ejército, uno de los más importantes de historia militar del mundo y el segundo en antigüedad de los de Madrid. El comienzo de su desplazamiento al Alcázar de Toledo, donde José Bono, presidente de la Comunidad de Castilla-La Mancha, acaba de instalar una gran biblioteca, inicia su andadura en las próximas semanas, en las que se adjudica el proyecto de obras que, presumiblemente, comenzará el próximo otoño.

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El Museo del Ejército, en el antiguo palacio del Buen Retiro de la calle de Méndez Núñez de Madrid, fue escenario este lunes de la ceremonia de constitución del Instituto de Historia y Cultura Militar. El director del nuevo organismo es el general de división en la reserva Juan María Peñaranda, hasta ahora director del museo, que pasa a ser dirigido por el general de brigada Juan Antonio Sánchez García, en la reserva, subdirector del centro.El acto no tendría una lectura diferente de la estrictamente militar de no asignarse al nuevo instituto, con sede en Madrid, la protección, conservación, investigación y divulgación del patrimonio histórico-cultural, también documental, del Ejército de Tierra, lo que implicará la responsabilidad directa sobre los 23 museos militares españoles y los grandes archivos castrenses existentes en España, como los de Guadalajara, Ávila, y el del propio del museo madrileño, sede inicial del instituto.

Habrá de ser este organismo el que supervise el complejo traslado de los 19.000 fondos del Museo del Ejército desde Madrid al Alcázar de Toledo, una vez que el proceso comience tras la selección, en las próximas semanas, de uno entre los ocho proyectos presentados para realizarlo. El Ministerio de Cultura dispondrá de 4.500 millones, 750 millones en una primera fase y 1.750 en la segunda, como presupuesto de ejecución material orientativo para las obras. Amén de la complejidad de un desplazamiento de esta envergadura, "un traslado equivale a medio incendio", dicen los expertos en museística, la decisión cuenta con la enemiga de tres resoluciones del Ayuntamiento, una de ellas, de 1996, unánime entre todos los grupos, más la oposición de la asociación vecinal del barrio de los Jerónimos y dudas fundadas de conservadores del Prado y de la Real Academia de la Historia.

El traslado obedece al deseo del Gobierno del Partido Popular de ampliar al palacio del Buen Retiro el Museo del Prado, para instalar sobre el salón de Reinos, de 34,6 metros de longitud por 10 de anchura, en la segunda planta del Museo del Ejército, lienzos bélicos como La rendición de Breda, de Velázquez, y recuperar así pareja magnificencia a la que alcanzó en tiempos de Felipe IV, en el el siglo XVII. Sin embargo, la proyección de la luz sobre la gran sala y la ubicación de sus ventanales añade dificultades para la consecución de este objetivo.

La decisión gubernamental parece firme, pero, de consumarse, se hará con el dictamen en contra de la Real Academia de la Historia, que, en enero de este año, estimó "del todo improcedente la extracción del museo de la capital de la nación, dado el carácter nacional de sus fondos y su primordial significación en la historia general de España", según acuerdo académico. En el mismo dictamen, la Real Academia aceptaba la restauración del antiguo salón de Reinos del palacio del Buen Retiro, "en cuanto a recuperación en lo posible de su original función conmemorativa e instalación de los elementos artísticos para su decoración".

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Por su parte, el Instituto de Estudios Madrileños, a través de una comisión especial que encabeza el historiador Alfonso de Carlos, realiza un estudio al respecto cuyas líneas generales expone así: "El Museo del Ejército es el segundo en importancia del mundo", subraya De Carlos. "En dos ocasiones anteriores, bajo las dictaduras del general Primo de Rivera y de Franco, se intentó trasladarlo a Toledo, pero en ambas oportunidades se logró convencer a uno y otro de lo improcedente de tal medida". De Carlos ha visitado una veintena de museos militares nacionales europeos y no conoce ninguno, salvo el caso del holandés, radicado en Leyden, que no se encuentre en la capital nacional de sus países respectivos.

"En el Museo del Ejército de Madrid residen importantísimas colecciones, como la de artillería del siglo XV, única en el mundo", explica De Carlos. "Todos los fondos procedentes de la época de Boabdill, último rey musulmán de Granada, son esencialmente únicos, y la reconstrucción de aquel ambiente es verdaderamente magnífica".

Por otra parte, Alfonso de Carlos esgrime otro argumento para avalar su deseo de que el Museo permanezca en Madrid: "Con sus doscientos años, es el segundo museo más antiguo de la ciudad, tras la Armería de Palacio".

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