Resultado de la modernización ilustrada y el espíritu romántico
El Museo del Ejército de Madrid nació bajo la égida del Colegio de Artillería de Segovia. Fue instalado en Madrid en 1803 por orden de Manuel Godoy, inspector del Real Cuerpo de Artillería y valido de Carlos IV. Su primer enclave madrileño fue junto al parque de Artillería, en el palacio de Monteleón. Se trata del único museo militar que entró directamente en combate con la invasión de Madrid por las tropas francesas. En mayo de 1808, desde sus ventanas y con parte de su arsenal, sus empleados hicieron frente, bajo las órdenes de los héroes Daoiz y Velarde, al asalto francés que culminó con la matanza de los resistentes.
Tras ocupar temporalmente, bajo el mandato del general Espartero, dependencias del palacio de Buenavista, sede del actual cuartel del Ejército, en la plaza de Cibeles, en 1841 quedó instalado en lo que ha quedado del palacio del Buen Retiro de los Austrias, junto al Casón del mismo nombre.
Los primeros monarcas de la dinastía Borbón utilizaron las Sociedades Económicas de Amigos del País, de un lado y del otro, el Colegio de Artillería, como palancas para la modernización de España en los planos socioeconómico y científico, respectivamente, habida cuenta de las innovaciones tecnológicas, susceptibles de aplicación industrial, que entonces el arte militar generaba. Así, los constructores de toda pieza fabricada en los arsenales militares debían enviar, por real orden, una maqueta al museo, donde quedaba almacenada para ser exhibida.
Jovellanos y Aranda
A juicio del coronel Diego Camacho, adscrito a la dirección del centro, "el museo es la plasmación del espíritu ilustrado de las dos décadas finales del siglo XVIII y de las primeras del siglo siguiente. Se dio una correspondencia entre las grandes figuras civiles ilustradas, Jovellanos, el conde de Aranda y Morla con el Colegio de Artillería, cuyo lema era "la ciencia vence", en una comunidad doctrinal compartida sobre la modernización de España emprendida por la Corona"."Tras la impronta modernizadora ilustrada", explica Camacho, "surge el impulso del romanticismo, con lo cual se produce una simbiosis entre el militar ilustrado y el militar romántico que, tras haber luchado contra la invasión francesa, se adueña de algunas de las conquistas revolucionarias surgidas en Europa".
Tras la guerra civil y la acentuación de un mensaje ideológico derivado del desenlace de la contienda, el Museo de Historia Militar se transformó en un emblema propagandístico del régimen franquista -un retrato ecuestre suyo preside el Salón de Reinos-, si bien su patrimonio cultural e histórico trasciende tales límites.
"Desde el respeto y sin juicios de valor", agrega el coronel Diego Camacho, "un museo militar no está para hacer propaganda política de nadie, sino para transmitir un legado cultural como el que este centro atesora", añade.
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