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"Cada cual salió por donde pudo", recuerda el patrón que naufragó con el "Pescalanza"

"Con el barco tumbado, cada cual salió por donde pudo". Nadando en agua helada, huyendo del remolino que hace un barco al hundirse. Todo fue "rapidísimo, increíble", contaba ayer con la voz entrecortada Miguel Parcero, patrón de costa del Pescalanza, el pesquero gallego hundido el lunes en el Gran Sol, a 80 millas de la costa de Irlanda. Los 12 tripulantes se vieron vivos por última vez cuando se disponían a abandonar el barco escorado, que se iba irremediablemente a pique.Sólo se salvaron la mitad de los marineros. A dos se los tragó el remolino y sus cuerpos no se han recuperado. Los cadáveres de los otros cuatro fallecidos fueron recogidos flotando por el mismo barco que rescató a los supervivientes.

Cuando llegaron los servicios de rescate británicos radicados en Falmouth, ya estaba todo hecho. Senén Touza, presidente de la Asociación de Armadores de Marín, expresó ayer su "reproche" formal a la actuación de esos servicios por haber dedicado sólo cuatro horas a buscar a los dos marineros desaparecidos.

El pesquero Agorreta, que navegaba cerca sin faenar a causa del mal tiempo, lo hizo todo. Su patrón, José Manuel Santa Clara, aún pudo ver cómo el remolino de agua succionaba a un hombre que no nadó lo suficiente y a otro marinero desmayado sobre la proa semihundida tras recibir algún golpe de aparejos. El último cadáver lo rescató a dos millas y media del lugar del naufragio.

El Pescalanza estaba virando, recogiendo la red y las puertas quedaron enganchadas. Un golpe de mar lo escoró por ese lado y entró gran cantidad de agua a bordo. Otros dos topetazos de agua acabaron de tumbar el barco. "El agua me daba por los tobillos y, en dos minutos, ya la tenía al cuello", recordó Parcero.

De las dos balsas, sólo pudieron utilizar una, y se abrió al revés, boca abajo, "y no había forma de apartarla del casco del barco". Después, la lancha se iba para proa y ellos estaban a popa. El agua, congelada y un chubasco empeoró el tiempo, con vientos de fuerza 8, dirección noroeste, "que arbola mucho la mar".

Desde que recibió el primer embate el Pescalanza aguantó de cinco a siete minutos sin hundirse. El Agorreta tardó cinco en llegar para encontrar a sólo seis hombres agarrados a la balsa. Los que aún no salen de su pesadilla.

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