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Una exposición reúne en Barcelona la mejor fotografía cubana del siglo

Cuba, 1898. Un grupo de combatientes de la guerra de la independencia asa un lechón en un alto de la lucha. Las graves miradas de los soldados reflejan temor y desamparo a partes iguales. Pese a la ausencia de sangre, la instantánea está colmada de dolor. Con esta imagen de José Gómez de la Carrera se inicia la exposición Cuba: 100 años de fotografía, que la FNAC y el Ayuntamiento de Barcelona inauguraron ayer en una carpa instalada en la plaza de Catalunya. El valor de la exhibición es excepcional: es la primera vez que se reúne la mejor fotografía cubana, testimonio del último siglo en la isla.

A pocos metros de la firme determinación del Che Guevara inmortalizada en 1960 por Alberto Díaz, Korda, en una imagen que dio la vuelta al mundo, un grupo de médicos opera, con rudo instrumental y sin higiene alguna, a un herido en combate durante la guerra de la independencia cubana. Algo más allá se hunde el acorazado Maine, y a tan sólo unos pasos, un hombre ordeña una vaca en plena calle de La Habana. Harapientos y humildes trabajadores conviven con la floreciente burguesía de los años treinta, nunca saciada de fiestas y actos sociales. Un entregado Fidel Castro dedica su oratoria a un público multitudinario. La realidad cambiante de la isla durante los últimos 100 años se presenta reunida en esta exposición organizada en orden cronológico y que agrupa 120 imágenes, algunas de ellas inéditas, de 54 fotógrafos. "Cuando se habla de fotografía cubana, la gente piensa automáticamente en imágenes de la revolución. Pero eso es sólo un tópico; el potencial fotográfico de Cuba es riquísimo", asegura Juan Manuel Díaz Burgos, comisario de la exposición junto con Paco Salinas y Mario Díaz Leyva. El equipo ha estado estudiando durante más de tres años los fondos de la Fototeca Cubana y otros archivos del país para dar con los autores y las escenas más relevantes; se han barajado miles de negativos y se ha conseguido la colaboración del Gobierno cubano, que ha cedido los derechos de explotación de las imágenes por cinco años. El viaje por la historia de la fotografía y por la del propio país que propone la exposición se inicia en la guerra de la independencia. En este periodo destaca el trabajo de José Gómez de la Carrera, un español que emigró a La Habana en 1895 y contribuyó a que la fotografía se introdujera en la isla incluso antes que en su país de origen. Aunque su mejor producción está ligada a la guerra que desligó a Cuba de la tutela española, su obra incluye también escenas de la vida cotidiana de La Habana, la capital. La segunda etapa de la exposición refleja las condiciones de vida del pueblo cubano y retrata la alta burguesía durante las primeras décadas del siglo, cuando la fotografía adquirió gran importancia gracias a las publicaciones que se editaban en la isla. Retratos de señores de elegante porte, fotos de familia, desnudos apenas insinuados de mujeres, niños de condición humilde estudiando en una clase austera, planchadoras, obreros y personas sin techo son el variopinto mapa que los fotógrafos captaron en este periodo, que tuvo en Generoso Fuencasta a su autor más relevante. La tercera etapa, en la que despuntó especialmente el fotógrafo Constantino Arias, está dedicada a la Cuba de Fulgencio Batista, con los años de influencia americana que precedieron a la revolución, que tiene su correspondiente apartado con imágenes tan populares como la citada del Che. El último bloque se concentra en la Cuba castrista y la producción de los autores contemporáneos. Es una visión rica y variopinta, aunque homogeneizada por un hecho relevante: todas las imágenes son en blanco y negro. Para cuando el color llegó a la fotografía, el país batallaba ya con su grave crisis económica, y el descubrimiento se convirtió en un lujo prácticamente inasequible.

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