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Reportaje:

Una cola de ORAS

Quejas y esperas de los vecinos que compran el permiso para aparcar ante la presión de la grúa municipal

No sólo las personas que aparcan ocasionalmente en la zona ORA han visto las orejas al lobo de la grúa y se han abalanzado a los estancos para comprar boletos. También han reaccionado los residentes, muchos de los cuales se habían olvidado hace años de renovar la tarjeta que les permite aparcar en su barrio sin miedo a que les retiren el coche. Y se habían olvidado ante la inutilidad -y la impunidad- del sistema. Con la decisión del Ayuntamiento de enviar el lunes a las grúas con la orden de retirar los vehículos que no presenten el resguardo correspondiente, la sede municipal de la ORA donde se renueva cada año la tarjeta de residente, por 3.450 pesetas, se ha abarrotado de vecinos.Uno de ellos era el director de cine Agustín Díaz Yanes, que lleva toda la semana intentando hacerse con la tarjeta. "Fui el lunes y volví el martes, y tendré que regresar el miércoles para remachar el papeleo", explicó ayer.

El municipio avisó a principios de octubre de que la grúa iba a entrar en la zona ORA. Pero esto no ha evitado que cerca de 300 personas hicieran ayer cola en la central, en la calle de Alberto Aguilera, 20, para evitar, a última hora, la multa. "Yo entiendo que hemos sido un poco vagos pero el Ayuntamiento no nos puede torturar por eso", razonó el director de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. Una de las causas de la tortura: sólo cuatro funcionarios atendían como podían la avalancha.

Los residentes no sólo se quejan de la imprevisión municipal; también protestan porque pagar su tarjeta no les garantiza el aparcamiento ni les salva de quedarse encerrados por el vehículo de algún amigo de la doble fila.

Para Antonio Iglesias, vecino de la calle de Jorge Juan, antes de levantar "la ley seca de la ORA había que haber pensado en que no hay sitio para aparcar". "En este barrio, donde es un infierno estacionar, sólo hay dos calles para dejar el coche", añadió.

Alberto Heredia, que vive en la calle de Maiquez, no estaba dispuesto a sacar la tarjeta de residente para los dos meses que quedan del año. "Si la pago ahora, luego la tendré que sacar en enero otra vez. Se debería de haber pensado en eso y haberse puesto estrictos desde el año que viene", explicó. José Vicente, portero de una finca de la calle de O"Donnell, confesó que conoce a muy pocos vecinos con la tarjeta de residente. "Yo la saco cada año, pero pocos coches la tienen porque la grúa, hasta ahora, sólo se llevaba los coches que están aparcados en la zona de carga y descarga". Algunos inquilinos estaban muy confusos ante la nueva norma. Es el caso de Emilia, propietaria de un Ibiza y vecina de la calle de Lope de Rueda: "Por un lado leo que se han puesto serios con la grúa pero, por otro, veo que no se han llevado muchos coches sin boleto". "Desde luego", prosiguió, "si veo que arrasan con los coches tendré que sacar la tarjeta, cosa que nunca he hecho". Otras personas, más precavidas, ya buscan soluciones. Esther, médico de un centro de salud, va a buscar una plaza de aparcamiento compartida para no pagar la ORA.

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