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Recuerdos de un poeta muerto

Miguel Hernández hubiera cumplido 88 años el pasado 30 de octubre, pero la dictadura quiso que muriera el 28 de marzo de 1942, preso político en la cárcel de Alicante. El que sin duda sería un anciano bondadoso y alegre, porque así se demostró en vida, perdura hoy en el recuerdo de muchos, además de su obra. Una de esas personas es el maestro Vicente Hernández Fabregat, sobrino del poeta de Orihuela, hijo de Vicente Hernández Gilabert, único hermano varón de Miguel. Su recuerdo es humano, intenso y muy familiar. Íntimo, emocional y poco conocido. "Según mi padre, Miguel era un chico excepcional, muy buen estudiante, y desde muy temprana edad un apasionado de la lectura, hasta tal punto que su pasión por los libros creaba conflictos familiares", afirma. La explicación es perfectamente lógica. "Cuando dos jóvenes que se llevan cuatro años, mi padre nació en 1906 y Miguel en 1910, comparten la misma habitación y uno quiere leer hasta las tantas de la madrugada y el otro está por descansar porque tiene que trabajar duro, es lógico que surja este tipo de conflicto entre hermanos", explica Vicente. En los anales familiares se refleja que las relaciones de Miguel con su padre fueron "distantes". "Ellos dos nunca se llegaron a compenetrar ni a entender; Miguel estuvo estudiando en el colegio Santo Domingo hasta que, a los 14 años, mi abuelo lo sacó de allí definitivamente porque quería que se preparara para una oposición a Correos, funcionario o algo así, o que hiciese una carrera como maestro", relata Vicente. Y saltó la sorpresa: "Miguel dijo que quería ser poeta, y claro, aquello mi abuelo no lo terminó de entender, lo sacó del colegio y lo puso a trabajar con las cabras". Las trabas familiares no impidieron al joven seguir con su sueño, y aprovechaba el pastoreo para escribir. En opinión de Vicente Hernández, la imposición paterna se justifica porque "en la familia no se podía saber, cuando tenía 14 o 15 años, lo que iba a dar de sí Miguel. En el contexto de los años veinte, cuando anunció que quería ser poeta, ¿qué padre podía entenderlo?... Mucho menos uno como el suyo, que era cabrero, un ganadero, un hombre de cierta relevancia y peso en ese mundo de la Orihuela rural", recuerda el sobrino del poeta. Pero los apoyos también llegaban, sobre todo de su hermana Elvira. "La única que lo comprendió y confió en él desde el primer momento fue mi tía Elvira, segunda hermana de Miguel y dos años mayor que él", dice Vicente. "Elvira", continúa Vicente, "vio que Miguel tenía algo especial. Ella sentía devoción por su hermano, se identificaron siempre, era su confidente". Del recuerdo surge también un poeta de carácter confiado, como se demostró en el consejo de guerra al que fue sometido tras su detención en septiembre de 1939. A preguntas del fiscal sobre cómo se definía, Miguel Hernández contestó que era "marxista, leninista y revolucionario". "Eso, en aquella época, era ser un Quijote o un ingenuo e incauto", dice Vicente. Y suponía una condena a muerte. "Fue una muestra de su juventud, porque casi todo el mundo lo que procuraba era ocultar lo que había sido o era, o por lo menos no pregonarlo", explica Vicente. Así murió Miguel Hernández, a los 31 años, en la cárcel de Alicante, de tuberculosis y víctima de una guerra civil que no logró enterrar su obra y su gran humanidad.

Familia señalada

Tras la guerra civil, la familia de Miguel Hernández fue objeto de muchos comentarios en Orihuela. Así lo recuerda Vicente: "Mi padre era un hombre apolítico, absolutamente escéptico de ambos bandos. Pese a ser hermano de quien era, no llegaron a meterse con él especialmente, pero es verdad que en cierta medida éramos una familia señalada porque de ella formaba parte el poeta Miguel Hernández". La delicada situación familiar, sin embargo, se agravaba por momentos. "Parte de la familia de mi padre era de izquierdas, y un hermano de mi madre también estaba en la cárcel. Era Luis Fabregat Terrés, que coincidió con Miguel en dos cárceles". Fue Luis, precisamente, quien mantuvo viva la llama de Miguel en la conciencia de Vicente. "No te avergüences de ser sobrino de quien eres, sino al revés, enorgullécete porque tu tío era una persona muy digna", le decía cuando en España, y más aún en Orihuela, era un tabú referirse al poeta. "Nadie hablaba de Miguel, y yo me enorgullecía al airearlo, incluso cuando a veces no procedía", relata su sobrino. Fueron tiempos difíciles para la familia Hernández aquellos años cincuenta, pero Vicente aprendió a llevar con orgullo el apellido y el parentesco con el poeta. "Yo decía que fue poeta, y comunista, y lo metieron en la cárcel, pero porque perdió la guerra y no porque fuera un sinvergüenza ni porque matara a nadie. Simplemente su bando había perdido y no tuvo la astucia, la vista, de otros republicanos. Miguel se lo creía todo. No tenía maldad". Tras una primera estancia en la cárcel, el poeta fue detenido el 29 de septiembre de 1939 en Orihuela. "Confió en que como no había derramado sangre no tenía nada que temer. No llegó a ser consciente de que no le perdonarían nunca", afirma su sobrino Vicente.

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