A la caza del profesor de matemáticas
El Reino Unido destinará 30.000 millones de pesetas a combatir la escasez de docentes
Los buenos profesores de matemáticas corren peligro de pasar inadvertidos. Los malos, por el contrario, suelen convertirse en figuras legendarias capaces de encarnar todos los temores del alumnado. Hasta los mejores enseñantes de una de las asignaturas tradicionalmente considerada como hueso tienen que formarse. Cuando escasean, como ocurre en el Reino Unido, el Gobierno se emplea a fondo para reclutarlos. Un esfuerzo que le costará al Gobierno laborista 30.000 millones de pesetas.El Ministerio de Educación ha hecho cálculos y sabe ya que las escuelas secundarias nacionales se están quedando sin docentes de matemáticas y ciencias. Cómo convertir de nuevo el magisterio en una profesión apetecible llevará tiempo -las inspecciones constantes, la violencia en la clase y los bajos salarios han desanimado a muchos maestros-, y ofrecer incentivos inmediatos puede ser la solución.
Estelle Morris, secretaria de Estado de Escuelas, así lo cree y ha puesto a disposición de los aspirantes un ambicioso plan de ayudas. Pensado para invitar a los recién licenciados a escoger las asignaturas en peligro, el secreto del éxito radica en transformarlas, entre todos, en las estrellas de la escuela.
"Asegurarnos de que hay suficientes profesores de secundaria para nuestros hijos es un requisito indispensable si queremos mejorar la calidad de la enseñanza misma", ha dicho Morris. A continuación ha ofrecido 1.250.000 pesetas a los maestros que preparan su certificado de educación para que se especialicen en la enseñanza de matemáticas o ciencias. La suma será recibida en dos partes, durante la preparación del título y una vez iniciada la vida laboral.
Los maestros británicos cursan tres años de estudios equivalentes a los españoles de magisterio. El certificado, que tardan en obtener otros dos años, es una forma de especialización que les faculta para acceder a las escuelas.
Para los que piensan ya en inscribirse en las asociaciones que les preparan, ya sean universidades o grupos escolares, habrá programas especiales de captación. Entre las cifras barajadas aparece un tope flexible: dirigir al área de matemáticas y ciencias a unos 600 de los 7.000 licenciados que aún no han escogido su especialidad. Y como la forma más segura de reconocer al posible aspirante es a escala local, otros 50 millones de pesetas servirán para crear una red de consejeros regionales dedicados a reclutarlos. De todos modos, Educación no oculta que contar con universitarios con un título de matemáticas o ciencias sería "lo ideal" y tratará, asimismo, de captarlos.
"La palabra clave de todo este esfuerzo es ayuda. Ayuda para contratar profesores allí donde hacen falta y ayuda para los que quieran aprender el oficio", afirma la secretaria de Estado laborista. En su afán por formar docentes, ha propuesto incluso el regreso de los que están jubilados o abandonaron la carrera. Las oficinas de empleo jugarían aquí un papel relevante animando al inesperado candidato a ponerse al día y volver a las aulas. "Nos hemos asegurado ya de que sus pensiones no peligren", advierte Estelle Morris. El ministerio ha hecho también algo más.
A partir de ahora, los colegios serán invitados a contratar a profesores de más edad y combatir con ello la falta de oportunidades para profesionales que superen la cuarentena. Si la iniciativa surte efecto, en lugar de buscar como ahora al licenciado joven, inexperto y barato, muchos centros de secundaria podrían llamar a colegas maduros deseosos de una segunda oportunidad.
Lo malo es que estos ideales empiezan a chocar con el grupo de profesionales que busca con denuedo. El último informe del Servicio Oficial de Inspección Educativa ha criticado con dureza la calidad de los cursos de especialización. El problema es incluso doble. Los futuros maestros, que suelen llegar con buenos títulos, "carecen en su mayoría de los conocimientos necesarios para impartir la asignatura elegida con tranquilidad y en la secundaria". La falta de planificación a la hora de preparar una clase y una formación general "pobre" del candidato son las razones aducidas por los inspectores para apoyar sus críticas.
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