El tramo más céntrico de la Gran Vía de Bilbao quedará peatonalizado para finales de 1999
El tramo más céntrico de la Gran Vía bilbaína estará peatonalizado para finales de 1999, cuando sólo se permitirá el tránsito de taxis y autobuses. El proyecto, anunciado desde hace año y medio, fue presentado ayer: se limitará a un área de 300 metros, comprendida entre la Alameda de Urquijo y la plaza Moyúa, aunque se extenderá a dos calles adyacentes, las obras se iniciarían en febrero y el coste es de 500 millones. El Ayuntamiento no espera problemas de tráfico por las 2.000 plazas de aparcamiento existentes en los alrededores y las opciones del transporte público.
Aunque pequeños tramos de Bilbao se han cerrado al tráfico en los últimos años, este proyecto será la primera peatonalización de envergadura en la capital vizcaína. El objetivo principal es "hacer una ciudad más amable para los peatones y avanzar en la conexión de los tres principales centros comerciales: Casco Viejo, Indautxu y el futuro de Abandoibarra", dijo el alcalde, Josu Ortuondo. El otro fin es frenar la invasión de los vehículos privados -cada día transitan 300.000- a Bilbao. "Contra el automóvil no se puede hacer otra cosa que no sea poner barreras", añadió. La peatonalización no será total: se mantendrá un carril en cada sentido en el centro de la Gran Vía para los taxis, autobuses y el acceso a los dos garajes del tramo afectado. El resto de la calle -en dos bandas de 11,5 metros de anchura cada una, frente a los 8 metros de las actuales aceras- tendrá un uso exclusivamente peatonal. Además de este tramo, el proyecto incluye la calle Diputación, hacia Colón de Larreategui, y la zona de la calle Ercilla desde la plaza Moyúa hasta las inmediaciones del hotel Ercilla. El concejal de Obras y Servicios, Ibon Areso, desveló que las obras, con una duración de 10 meses, no comenzarán antes de "la segunda quincena de enero o la primera de febrero". Este plazo se ha impuesto, según expuso, para no afectar a la campaña de Navidades y rebajas de los comercios. Con similar objetivo de limitar las molestias a comerciantes y vecinos, los trabajos se desarrollarán por tramos y todavía se encuentra en estudio si durante su ejecución la Gran Vía estará abierta al tráfico en general o sólo al transporte público y operaciones de carga y descarga. Los 500 millones de pesetas de presupuesto -de los que 100 corresponden al tramo de la calle Ercilla- de los trabajos fueron justificados por Areso debido a la renovación de las instalaciones subterráneas de alumbrado, agua, saneamiento y telecomunicaciones. "Ese alto coste es para que no haya que volver a hacer zanjas en diez o quince años", manifestó el edil.El Ayuntamiento cree que, aunque se trata de una de las principales arterias viarias, no habrá problemas de tráfico. "En este tramo prácticamente no hay garajes y es una zona muy bien servida por el transporte público, con varias paradas de metro y 12 líneas de autobús. Además, hay más de 2.000 plazas en los aparcamientos de rotación [de los alrededores]", informó el concejal de Circulación, Pedro Barreiro. Barreiro enumeró que, si no se opta por el transporte público, existen itinerarios alternativos por calles adyacentes y "en una situación límite por esas vías alternativas irían menos coches que los que soportan ahora más lo que atraviesan actualmente la Gran Vía". Desveló que, en cualquier caso, el Ayuntamiento tiene previsto la eliminación de plazas de aparcamiento en esos itinerarios "para ganar carriles de circulación. Pero a lo que debemos tender es a llegar en transporte público".
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