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Temor a un rebrote de la violencia en el Ulster tras el asesinato de un católico por paramilitares

El asesinato de un irlandés católico emboscado por paramilitares protestantes de Belfast amplificó ayer los temores de un nuevo espasmo de violencia que podría alterar el proceso de paz en Irlanda del Norte. La banda, que se hace llamar Defensores de la Mano Roja, se atribuyó del atentado perpetrado el sábado, el día en que venció el plazo para la formación del nuevo gobierno autonómico del Ulster con el que las principales fuerzas nacionalistas católicas y sus viejos adversarios protestantes probritánicos intentan poner fin a tres décadas de sangriento conflicto.

Brian Service, de 35 años, cayó fulminado en Belfast cuando sus atacantes le descerrajaron cinco disparos a la cabeza y espalda en un incidente que los políticos norirlandeses describieron como un crimen sectario para avivar las tensiones en el Ulster. La misma organización de extremistas protestantes dijo que sus soldados fueron responsables de un ataque con granadas contra un bar católico de Belfast. No hubo víctimas.

Los Defensores de la Mano Roja forman parte de un grupo de lealistas radicalizados durante la crisis de Drumcree, la primavera pasada. Su irrupción en el turbulento paisaje norirlandés fue condenada por todos los partidos empeñados en la materialización del proceso de paz, cuyo futuro se está tornando incierto a causa de las exigencias del Partido Unionista del Ulster (UUP) de David Trimble que quiere el desarme del Ejército Republicano Irlandés (IRA) como condición para la inclusión del Sinn Fein, brazo político de IRA.

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