Muertos
Hace ya mucho tiempo, un señor con poderío le susurró a cierto difunto, de nombre Lázaro: "Levántate y anda". El fiambre no esperó a que se lo dijeran dos veces (lástima que omitió hacer comentarios al respecto). A pesar de su condición, los muertos claman desde entonces por la resurrección y la vidilla. Están alborotados los osarios de medio mundo pidiendo explicaciones que casi siempre acaban en vía muerta. Pero no siempre.Madrid, preparando con dignidad el Día de los Difuntos, ha sido esta semana capital mundial de la justicia para desaparecidos muy cercanos. Nuestra ciudad ha sido portada en la prensa internacional. Muchas veces se abomina de esta capital, pero en ocasiones dan ganas de besarla en toda la boca y cantar con las monjas salesas a la puerta de la Audiencia Nacional: "La vida es eterna en cinco minutos". Madrid huele a Jara, con el visto bueno de los crisantemos y la complicidad de los cipreses. ¿Quién se atreve a insinuar que la resurrección es una falacia? Matilde Artés, presidenta de Abuelas de la Plaza Mayo, declaró ayer a este periódico: "Nuestros hijos y nuestros nietos han tomado cuerpo hoy y otra vez son personas".
A pesar de estas alegrías, algunos finados están moscas ante los próximos acontecimientos. Un calavera, con risa muy suya, sugiere: "Supón, que es mucho suponer, que se consigue la extradición de Pinochet. Nos lo remiten a Madrid. Vale. ¿En dónde lo meten? No creo yo que, como en Londres, lo internen en una clínica con rockeros de lujo, porque los rockeros le pueden faltar al respeto... ¿Juntarle con cantautores? Te digo yo que a éste lo esconden en Puerta de Hierro y acaba en despojo tránsfuga, como Evita Perón".
En un bar de Cuatro Caminos, un viejo zorro sentimental, con lágrimas en los ojos y perplejidad en el alma, esgrime: "Yo alucino, colega. Galicia y Fraga piropean a Fidel Castro; las Salesas masacran a los dictadores; Aznar se lava las manos; la izquierda no sale de su asombro". Viven los muertos.
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