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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos chavales

Chano Lobato tiene 71 años -"que en el periódico me han puesto uno de más, sólo tengo 71", dijo-, y Compay Segundo 91. Oyendo la entereza de sus voces, viéndoles estar en escena, su expresividad y su espléndida alegría de vivir, parecen dos chavales que han hecho novillos para correrse una farra juntos. Yo pensaba, oyéndoles, ahora que se habla tanto de los "jóvenes flamencos", que la mayoría de éstos son viejos al lado de Chano y Compay, quienes con su actitud ante la vida nos dan una permanente y optimista lección.Y sin embargo Chano Lobato se puso muy serio en el recital que hizo en solitario en una parte del programa. Con la guitarra acompañante de Juan Habichuela, 65 años, otro parvulillo. Tangos, soleares, alegrías, malagueña y bulerías. Oírles fue una delicia, como siempre. No hay lugar para la decepción, ni siquiera para la sorpresa. Son dos flamencos de oro de ley, que se entienden de maravilla porque tienen el mismo concepto de lo jondo, comparten su arte excepcional y ellos son los primeros en disfrutarlo.

Chano Lobato y Compay Segundo

Chano Lobato y Compay Segundo. Anfiteatro del Colegio de Médicos, 29 de octubre.

Después, Compay Segundo y su excelente trío de ritmo nos inundaron con los sones de Cuba y alrededores. Sale bailando y respira alegría por su breve cuerpo. "Hace cinco años vine acá a España, y decían que sería mi último viaje. Aquí estoy, con 91, ¡y muy feliz!" Tiene una voz increíble, un rostro que habla de puro vivaz y expresivo que es, un buen humor permanente. Explica con palabras precisas cada tema que hacen; porque hay que distinguir entre el bolero a secas, el bolero mambo y el bolero son: "Fíjense, yo les explico todo..." Hasta se acordaron del famoso Doctor Asuero, cuyo retrato es uno de los que aparecen en el friso de celebridades médicas del anfiteatro, y su historia del trigémino en una divertidísima canción.

Al final, todos juntos y casi revueltos en un tema americano con mucha marcha, al que Chano Lobato se integró con esa camaleónica capacidad suya para adaptarse a cualquier cosa que tenga música. Una gozada.

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