Amor a Donizetti
Bajo la denominación Una furtiva lágrima se esconde un espectáculo lírico-teatral sorprendente. El hilo conductor es, claro, Donizetti en una doble dirección: vocalmente, a través de una selección de fragmentos de sus óperas; teatralmente, con escenificación de momentos que dan idea del desenlace de la vida del músico, apoyándose en cartas, testimonios y documentos.El espectáculo está lleno de inteligencia e irradia un profundo conocimiento y un no menos profundo amor hacia el a veces denostado compositor de Bérgamo. Gustavo Tambascio, un director todoterreno que va desde el exceso experimental hasta la contención expresiva, logra con Una furtiva lágrima probablemente su mejor trabajo en Madrid, tratando desde una mentalidad actual un territorio tan escurridizo como el belcanto.
"Una furtiva lágrima"
Fragmentos de Lucía de Lamemoor, La favorita, Lucrecia Borgia, María Stuarda, Ana Bolena, El elixir de amor, Don Pasquale, La hija del regimiento, Linda de Chamonix y Marino fallero. Dirección: G. Tambascio. Círculo de Bellas Artes, día 28.
No cuenta con unos cantantes excepcionales, entre otras razones porque es prácticamente imposible encontrarlos hoy en este repertorio, pero los que están se dejan el alma en el proyecto y consiguen que al final de la representación el público se haya identificado emocionalmente con ellos: nada más satisfactorio para un actor o un cantante. Destacan, en cualquier caso, el estilista e irregular tenor Enrique Viana, que hizo una estremecedora aria de Linda de Chamonix; la sorprendente, sensible y encantandora soprano Carmen Subrido y, en fin, el tenor Felipe Nieto, la mezzo Lola Bosom, el barítono Javier Franco y el bajo-barítono Fernando Latorre. Les arropan desde el fondo del escenario, vestido de época, los pianistas Manuel Burgueras y Laurence Verna.
Babelia
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