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Reportaje:

La reconciliación imposible

La minoría serbia se niega a dejar las riendas del poder a los albaneses aduciendo un elenco de agravios

La reconciliación y una convivencia pacífica entre serbios y albaneses en Kosovo parece imposible. La guerra de los últimos meses, con casi 1.300 albaneses muertos, según cifras de la Comisión de Derechos Humanos en Pristina, ha dejado abiertas heridas que no cicatrizarán jamás. Los ataques del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) y sus atentados contra los serbios han desencadenado y sacado a relucir odios y prejuicios ancestrales sobre los albaneses.El pope ortodoxo Radivoc Panic, de 36 años y con dos hijos, párroco desde hace siete años de Kosovo Polje (Campo de Kosovo), a unos 10 kilómetros al norte de Pristina, la capital de la provincia serbia de Kosovo, lo tiene claro: "El problema no empezó con las luchas abiertas de este año. Es algo que existe a lo largo de la historia. La gente que no vive aquí no entiende el problema. Ésta es la lucha de la civilización cristiana contra la musulmana, como dijo muy bien Henry Kissinger. Aquí se vive el enfrentamiento entre el cristianismo y el islamismo".

El pope no esconde los signos externos de patriotismo serbio. En su oficina parroquial se ven dos fotos de líderes chetniks, los guerrilleros nacionalistas que combatieron tanto a los invasores alemanes como a los partisanos comunistas de Tito durante la Segunda Guerra Mundial. El cura ortodoxo comenta: "Con ellos no habríamos tenido estos problemas". El llavero del pope lleva por un lado la inscripción "Dios proteja a los serbios". Por el otro, un escudo con las cuatro eses, siglas que resumen la frase: "Sólo la unidad salvará a los serbios". De la biblioteca saca y muestra Panic un libro titulado Peregrinación de los serbios de Kosovo 1941-1990, y señala la foto de un padre serbio con su hija de nueve años, violada en 1983, y afirma: "Ningún serbio en ese tiempo violó o mató a nadie".

Para el pope, "no hay ninguna garantía de que los serbios podrán vivir seguros en este territorio. Después de esta guerra, cuando los albaneses tomen el poder, ¿cómo van a gobernar? Aunque el 90% de los albaneses acepten vivir juntos, queda un 10% que va a tomar las armas y vengarse contra los serbios. Es como ustedes con los vascos y ETA". Desconfía Panic del presidente de Yugoslavia Slobodan Milosevic, de quien dice que es igual que Tito: "el comunismo no vino a Serbia como un deseo del pueblo. Se nos impuso como ustedes con Franco". Se pregunta el pope por qué Milosevic aceptó en el acuerdo con el negociador norteamericano Richard Holbrooke la retirada del Ejército y la policía "cuando no tenemos garantías de que la otra parte vaya a cesar el fuego".

No lejos de la iglesia del pope, en una vieja fábrica de pan, al lado de la estación de ferrocarril de Kosovo Polje, han encontrado cobijo 20 familias de refugiados serbios. Malviven allí unas cien personas, que han tenido que huir de alguna de las guerras de la antigua Yugoslavia. Entre estos desplazados se encuentran también los cuatro hermanos Milkovic, que proceden de Pantina, un pueblo a pocos kilómetros de Kosovo Polje. El pasado 26 de junio, el ELK atacó el pueblo, donde los cuatro hermanos vivían con sus padres. Otras tres hermanas ya se habían casado y no vivían con la familia. Pantina era un pueblo mixto, de mayoría albanesa, pero con algunas familias serbias. Snezana (Blancanieves), de 22 años, la mayor de los hermanos, relata que su padre era obrero en una fábrica, y su madre, ama de casa. El día del ataque del ELK en Pantina, sus padres desaparecieron. Hasta hoy, cuatro meses después, no tienen noticia de ellos. Pantina permanece en poder del ELK.

Todos los intentos por saber algo de los secuestrados han resultado baldíos. Snezana y su hermano Radovan, de 18 años, dicen que los autores del secuestro fueron sus vecinos albaneses de toda la vida, con quienes habían mantenido siempre buenas relaciones.

La joven señala a sus dos hermanos, pequeños de 14 y 13 años, y explica que les faltan los padres. Radovan se excita y dice en tono exaltado: "Si pudiera, mataría a todos los albaneses. Ahora sólo pienso en la venganza. La vida no me interesa más. Sólo la venganza". Snezana asegura, "Los albaneses son un pueblo salvaje. La nación albanesa no es fiable. No tienen civilización, ni cultura. Ahora quieren la independencia de Kosovo, pero no la merecen. Éste es nuestro territorio, y, si tenemos que morir para defenderlo, moriremos".

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