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Homenaje a Stanislavski en los 100 años de su Teatro del Arte

El legendario Teatro del Arte de Moscú, fundado por Konstantín Stanislavski hace ahora un siglo, celebró este fin de semana su centenario. Cientos de moscovitas se reunieron frente a una estatua de Antón Chejov, un nuevo monumento inaugurado frente a una de las dos sedes del Teatro del Arte. El legado de Stanislavski se divide hoy en el Teatro del Arte Chéjov - liberal y con apoyo estatal- y el Teatro del Arte Gorki -considerado conservador-, ambos en absoluta crisis, reflejan el momento de la sociedad rusa.La historia del Teatro del Arte comenzó en junio de 1897, cuando Stanislavski y Vladímir Nemiróvich-Dánchenko se encerraron en el restaurante Slavianski Bazar y mantuvieron un conversación de 18 horas ininterrumpidas, durante la cual sentaron las bases del futuro teatro. Al año siguiente, nacía el Teatro del Arte de Moscú, que revolocionó el arte dramático y cuya influencia se deja sentir hasta hoy. Y ello gracias, ante todo, a Staniskavski y a su método, que ha marcado al teatro contemporáneo mundial.

Una nueva profesión

Konstantín Alexéyev, verdadero nombre de Stanislavski, nació en Moscú en enero 1863 en el seno de una familia riquísima: su padre era uno de los principales industriales del país, y el futuro revolucionario de la escena dirigió, ante que un teatro, una fábrica. Antes de Stanislavski la profesión de director de escena simplemente no existía. Fue él quien la creó, junto con su método psicotécnico. Stanilavski se propuso, junto con Nemiróvich-Dánchenko, acabar con la antigua manera de presentar la teatralidad, con el falso patetismo, con el estilo declamatorio, con lo convencional de las decoraciones y puesta en escena, es decir, que arremetió contra la organización teatral entera de su época. Para Stanislavski el actor tenía que anular su personalidad en beneficio de la personalidad del personaje interpretado; más aún, el actor debía vivir su papel y no limitarse a interpretarlo.La primera obra representada por el Teatro del Arte fue El zar Fiódor Ioánnovich, del poeta y dramaturgo Alexéi Tolstói. Pero donde realmente floreció la nueva escuela de Stanislavski fue en las obras de Antón Chéjov. La gaviota, cuya primera puesta en escena había sido un rotundo fracaso, se convirtió en un éxito estruendoso cuando la dirigió Stanislavski.

El Teatro del Arte de Moscú se dividió en 1987, en plena perestroika de Mijaíl Gorbachov (la misma suerte ha corrido otro legendario teatro: el de Taganka). Las causas de la división no están del todo claras, pero se debieron principalmente al conflicto entre la vieja generación de actores y la nueva. Unos, ante los ojos del Kremlin, representan a las fuerzas democráticas y por ello reciben el máximo de apoyo posible. Los otros, calificados de conservadores por los liberales, no cuentan con el apoyo del Kremlin. A cambio, tienen el de los partidos de izquierda, que aplauden su repertorio clásico y nacional.

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