"A la gente le interesa mi música y no mi imagen"
Es evidente que la fama no la ha cambiado. Rosana, Rosana Arbelo, la compositora y cantante de Lunas rotas, con más de 1,7 millones de copias vendidas de su primer disco, se dispone al lanzamiento de su nuevo trabajo como quien emprende la segunda parte de una jornada laboral. Con la misma ropa, con cierta resignación anticipada y con la idea de continuar con algo que ya había empezado. Por eso titula su álbum Luna nueva. "Es, obviamente, la segunda parte de Lunas rotas", dice Rosana. "Mantengo la luna como nexo, y la llamo nueva porque son canciones y estilos nuevos. De alguna manera, los dos discos podrían haber ido como un álbum doble".Pero que no se entienda esta continuidad como falta de energía, creatividad o empuje. Rosana, que tiene compuestas cerca de dos centenares de canciones, decidió crear temas frescos para este trabajo. "Son todas nuevas, excepto El día que se hizo tarde. Las he compuesto en los últimos tres meses. Tengo la extraña idea de que las canciones que son viejas para mí lo son también para los demás".
Lo que sucede con esta segunda entrega de Rosana es que el papel de intérprete, con un concierto tras otro, le resulta agotador. Aun ahora, Rosana se siente más compositora que cantante. "Lo de cantar es sólo algo que me divierte, pero yo soy compositora. Sigo igual de salvaje con mi voz, no me cuido nada, salvo cuando tengo catarro. Que aguante lo que quiera. En este disco canto de otra manera porque es otro estilo. Mi voz es igual de impulsiva".
Entre disco y disco, Rosana ha descansado trabajando. "He producido un disco al madrileño Juanma. Un tío muy especial, muy de la calle. No he parado, pero he descansado de mi parte de intérprete, que es lo que me había agotado".
Como canaria, Rosana se siente en medio de una encrucijada cultural. En Luna nueva ha querido desplegar una especie de muestrario de estos hallazgos. "La situación geográfica que tiene Canarias es privilegiada", apunta. "Por ahí pasa gente de muchas culturas, y no sólo sucede ahora, ha pasado siempre. Estás en el centro de todo y en ningún sitio a la vez. La cercanía con África, con la Península, con Inglaterra, con Cuba...".
"Hay que alimentarse siempre de las cosas que uno descubre, pero no creo que esto deba ser premeditado y estudiado, como hacen algunos artistas. Prefiero que salga de forma impulsiva, echarle algo de morro y valor".
Algo de lo primero le echa cuando se atreve con una ranchera, como en El día que se hizo tarde. "Hay cosas muy mestizas en este disco", dice. "Quizá a los mexicanos les suene algo extraño, pero es como para nosotros los japoneses que bailan sevillanas. Se ve raro, pero lo hacen bien".
Este tema aparece en el disco en versión de Rosana, y otra, más clásica, de María Dolores Pradera. "La compuse para ella".
Casi todas las canciones hablan de amor. Rosana se alza de hombros, pone cara de duda y trata de explicarlo: "No sé por qué han salido así. Nunca sé lo que voy a escribir hasta que está escrito". Y reflexiona: "Creo mucho en la parte sentimental del ser humano, su parte sensible. Creo que todas las penas y las alegrías de este mundo se resumen en algo tan sencillo como es el sentimiento. Cuando la gente se quiere o se respeta con cariño, las guerras se terminan. Una persona que está satisfecha y feliz no tiene necesidad alguna de disparar a nadie".
Rosana, algo desaliñada, sencillísima en el vestir y los gestos, no prodiga su imagen. No aparecen fotos suyas en el disco y evita estar demasiado expuesta. "No me gusta que se me mitifique", dice. "Huyo de eso. Soy una persona normal que hace canciones, como otros que hacen edificios o panes. Tengo la gran suerte de tener un público que, aunque me reconozca, respeta mi vida. Eso me obliga a dar el quinientos por ciento cuando doy un concierto. Si no tuviera un público así, no sólo no sacaría fotos, dejaría de sacar discos".
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