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La dirección de Convergència coge las riendas del partido en Tarragona La organización nacionalista está abiertamente dividida desde 1996

La dirección de Convergència Democràtica (CDC) será la que mande a partir de ahora en la federación de Tarragona. Así se lo comunicará esta semana el secretario general, Pere Esteve, al presidente de la intercomarcal tarraconense, Josep Poblet, que desafió abiertamente a la cúpula convergente con su negativa a dimitir del cargo. Poblet intentó salir reforzado de la crisis sometiéndose a una moción de confianza de la ejecutiva provincial. Jordi Pujol paralizó esta iniciativa para no agravar más la situación.

Desde diciembre de 1996, CDC de Tarragona está dividida en dos sectores: los oficialistas, partidarios de Poblet y del valedor político de éste, el consejero de Cultura, Joan Maria Pujals, al que Poblet sucedió en la alcaldía de Vila-seca, y los críticos, agrupados en torno al presidente de la Diputación, Josep Mariné. La incapacidad de Poblet para cerrar la crisis provocó que el martes pactara su dimisión con Pere Esteve, secretario general de CDC. Sin embargo, el presidente de Tarragona, aconsejado por Pujals, decidió mantener un pulso con la dirección de Barcelona, maniobra que empeoró su situación. Las divergencias entre Barcelona y Tarragona radican en el modo de acabar con la guerra entre oficialistas y críticos. La dirección convergente se inclina por integrar al sector de Mariné en la ejecutiva provincial, debido al peso político de éste en los municipios y comarcas. Poblet no lo acepta y es partidario de una purga. En amplios sectores del partido se ve contradictorio que Mariné o Joan Miquel Nadal, alcalde de Tarragona, la ciudad más importante que Convergència tiene en Cataluña, no sean miembros de la ejecutiva. La razón de esta marginación es tá, según estos sectores, en la subordinación de Poblet a Pujals. La dirección de CDC obligará a Poblet a incorporar al menos a Josep Mariné a la ejecutiva provincial. En principio, Mariné dejaría el cargo en la próxima legislatura y se presentaría como número tres en las listas de CiU al Parlament. Diferencias irreconciliables Aunque el pasado viernes tanto Poblet como Felip Puig, secretario de organización de CDC, se afanaban en proclamar que habrá una solución negociada al conflicto, la última maniobra del presidente de Tarragona ha hartado a la dirección. Hasta tal punto las divergencias entre Barcelona y Tarragona son irreconciliables que el viernes Felip Puig tenía orden de prohibir la participación en la moción de confianza a Poblet a todos los militantes que no fueran presidentes comarcales y al representante de las Juventudes de CDC, los mismos que eligieron a Poblet. El resto son cargos de la ejecutiva que el presidente provincial se encargó de nombrar unilateralmente. Si sólo hubieran votado los presidentes comarcales, habría habido un empate. Poblet quería que votasen todos los miembros de la ejecutiva, con lo que hubiese ganado. Nadie en CDC se atreve a pronosticar el futuro de Poblet. Pero con la dirección nacional en contra y un rechazo de al menos la mitad de las comarcas, no parece nada halagüeño.

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