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La NASA estrena una nave espacial con motor eléctrico

Es el primer vehículo interplanetario con propulsión iónica

Los vehículos eléctricos, pequeños y con poca aceleración, no sólo entusiasman a los diseñadores de coches del futuro. También los ingenieros de la NASA se han propuesto llevar esta filosofía del transporte al espacio y han hecho la primera nave interplanetaria con un motor eléctrico. Su lanzamiento está previsto para hoy. El vehículo, Deep Space 1 (DS1), lleva un sistema de propulsión iónica que a los aficionados a la ciencia ficción les recordará a los dispositivos fabulosos de la serie Star trek.

La nave, aunque en misión esencialmente tecnológica, se dirigirá al asteroide 1992KD para pasar, en julio del año que viene, a menos de 10 kilómetros de su superficie tomando imágenes y datos científicos. Luego puede ir al encuentro de un par de cometas. DSI pesa apenas mil kilos, mucho menos que las naves interplanetarias clásicas, y ha salido de los talleres del Jet Propulsión Laboratory de la NASA, que produce desde hace años los ingenios espaciales más atrevidos para la exploración interplanetaria, incluido el Pathfinder marciano.

La misión cuesta 152 millones de dólares (21.200 millones de pesetas), pero un tercio se va en el pago del cohete que pone la pequeña nave en órbita para que empiece a desplazarse por el espacio con su sistema de propulsión eléctrico.

El primer motor iónico se hizo en 1960, y desde entonces ha habido algunos prototipos en laboratorio así como ensayos de componentes en órbita, pero ésta será la primera vez que impulse una nave espacial. A diferencia de un motor de combustión química convencional, que sencillamente quema propelente, el motor del DS1 funciona a base de gas xenon que es cargado eléctricamente para que los iones, acelerados, impulsen el vehículo.

Con este motor, la nave tarda tiempo en ganar velocidad; por eso los ingenieros dicen que el sistema iónico es "propulsión con paciencia". Pero acaba alcanzando unos 3,6 kilómetros por segundo. Para lograr esta velocidad con un motor espacial de combustible químico habría que usar un cohete de lanzamiento mucho más potente y una nave mayor para albergar grandes depósitos de combustible. Los especialistas explican que la propulsión iónica no es muy útil para misiones en que se requiere una aceleración alta, como viajes rápidos a la Luna, pero sería muy eficaz, por ejemplo, para misiones a Marte.

Por si fuera poca innovación tecnológica, la DS1 lleva un sistema autónomo de navegación y orientación basado en la observación de la posición de las estrellas y su comparación con mapas estelares almacenados en el ordenador de a bordo. El sistema interno de guiado debe tomar decisiones de trayectoria y estrategia de vuelo sin esperar ayuda de la Tierra. Bastará con mantener contacto una vez por semana y del control y seguimiento se encargarán una docena de personas, en lugar de los centenares que normalmente lo hacen.

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