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Entrevista:ANDALUCÍA, SIGLO XXI

"Aznalcóllar muestra cómo dos actividades incompatibles crean una esquizofrenia"

Alejandro Bolaños

MIGUEL FERRERDIRECTOR DE LA ESTACIÓN BIOLÓGICA DE DOÑANA Se ha convertido en una de las voces más escuchadas del comité del CSIC que analiza las consecuencias de la riada tóxica en el río Guadiamar. Desde la dirección del organismo que aglutina el esfuerzo investigador en Doñana, Miguel Ferrer cree que la economía andaluza debe apostar por un aprovechamiento inteligente de su enorme patrimonio naturalPregunta. En la ponencia en la que participa, Andalucía cohesionada, se discutirán propuestas para alcanzar un desarrollo más equilibrado en el próximo siglo, ¿qué ideas aportará para incluir la naturaleza en el debate? Respuesta. Las ideas sobre la conservación del patrimonio natural están en revisión. Es un cambio que afecta al concepto tradicional de espacios naturales como islas que hay que proteger. La defensa del patrimonio natural pasará a partir de ahora por crear pasillos que conecten esas islas naturales y las poblaciones (de fauna y flora) que las habitan. Es una idea muy interesante que apenas cuenta con un modelo teórico definido y a la que hay que incorporar elementos de gestión, crear una formula de protección, que todavía no existe, para estos pasillos y hacerlos compatibles con las actividades de cada zona. P. ¿Se corresponde la importancia que se le da a esa defensa del patrimonio natural en programas electorales con los medios que tienen los naturalistas? R. Es evidente que no, aunque la asimilación cultural de la defensa del patrimonio va in crescendo. Si en un momento de la historia el hombre decidió dejar de tirar algunas casas viejas por el valor que tenían para nuestra civilización, lo mismo puede suceder con el patrimonio natural. La defensa del patrimonio histórico-artístico es ya un valor asumido por todos: a mí puede no interesarme nada la pintura cubista pero no por eso voy a tirar un museo de arte contemporáneo. Pero, volviendo a la pregunta, el grado de cumplimiento de lo que recogen los programas, en una escala del 0 al 10, apenas llegaría al 3. P. El Foro no incluye ningún representante de grupos ecologistas. ¿No dan la talla? R. Es posible que los organizadores hayan pensado eso, pero desde mi punto de vista es una equivocación. Los ecologistas han demostrado en estos últimos meses una gran capacidad de análisis y de actuación. Es un movimiento maduro que debía estar representado en el Foro. P. ¿Cómo hacer compatible la protección de la enorme biodiversidad de la región con el crecimiento económico? R. Aquí tenemos dos opciones, tratar de seguir el modelo industrial, más depredador, o impulsar una economía basada en lo que tenemos. Tratar de competir con países europeos en actividades industriales en las que Andalucía ya parte de posiciones muy atrasadas sería como ponerse a competir en la carrera espacial con Estados Unidos. Andalucía tiene una gran baza con sus recursos naturales, es como si le hubiesen tocado dos cartas iguales, lo lógico es ir a por el trío. Las principales actividades económicas, la agricultura, la pesca, la ganadería y sobre todo el turismo deben aprovechar el valor añadido del entorno natural en el que se desarrollan. Los ciudadanos de la Unión Europea le dan valor al sello verde, a los productos que incorporen un respeto al medio ambiente. Cada vez se pedirán más productos de la agricultura ecológica y se preferirán destinos turísticos en áreas naturales y por ello se pagará un precio más alto. P. El peso de esas actividades en la economía andaluza aún es marginal. R. Sí, pero yo veo indicios de que el cambio se está produciendo. La tecnología es como un destornillador que puede ser utilizado para apretar y para lo contrario, depende del uso que le demos.Y hay proyectos concretos que salen adelante y que tienen que ver con otro modelo. Lo que permite ser optimista es que ya hay muchos empresarios que han entendido la idea de que las actividades respetuosas con el patrimonio natural pueden ser un buen negocio. En el valle del Guadalquivir, tan en boga últimamente, hace tiempo que hay experiencias de cultivos compatibles con el entorno.Otro ejemplo muy claro es el de las urbanizadores. Frente a actuaciones anteriores en el litoral andaluz, desde mi punto de vista totalmente destructivas, ahora están realizando en muchos casos construcciones de edificación baja, muy integradas y en las que la naturaleza se convierte en un valor más. Y lo hacen porque el turismo que se atrae con esas inversiones es un turismo de calidad. P. Desastres como el provocado por la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar indican que el desarrollo sostenible está muy lejos de ser una realidad R. A mí lo que más me ha llamado la atención es lo poco que se ha hablado de la repercusión social y económica del desastre. Lo que ha demostrado Aznalcóllar es que dos actividades incompatibles acaban creando una esquizofrenia. Se insiste mucho en los 500 puestos de trabajo que se pueden perder si la mina cierra pero se han olvidado los 6.000 puestos de trabajos que se han visto afectados, cómo han disminuido las ventas de productos agrícolas, el perjuicio al incipiente turismo ecológico de la zona... Doñana ha acumulado un marketing impresionante: tiene espacio asegurado, para lo bueno y para lo malo, en los periódicos de toda Europa. La etiqueta Doñana es muy apreciada, habría que cuidarla más. P. Informes técnicos certificaron la estabilidad de la balsa antes de su rotura. ¿Qué valor le daría a esos informes? R. Está muy claro que una de las enseñanzas que nos ha dejado este asunto es a analizar los estudios técnicos sobre determinadas industrias con cierto recelo, diría aun más: con desconfianza. P. Algunos responsables públicos ya no hablan del "mayor desastre ecológico de Europa", sino de "un accidente minero que afectó a un río". R. Eso no es más que una campaña de publicidad. A pesar del importante despliegue realizado para retirar los lodos tóxico, la mayoría de las dudas que se nos plantearon a las pocas horas del vertido siguen ahí: la contaminación ha penetrado en los suelos, aún hay riesgo de que llegue a los acuíferos, los metales pesados ya han entrado en la cadena trófica (de alimentación) y han afectado a especies de aves y moluscos como demuestran los últimos datos. Las lluvias pueden volver a dispersar las sustancias conta-minantes por todo el cauce... Las consecuencias del vertido las seguiremos viendo en los próximos años, quizás en las próximas décadas.

"Hay empresarios que han entendido que las ideas que respetan la naturaleza pueden ser buen negocio"

Miguel Ferrer nació en Sevilla hace 36 años. Doctor en Biología, en 1996 sustituyó a Miguel Delibes en la dirección de la Estación Biológica, conviertiéndose en el investigador más joven al frente de un centro del CSIC.

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