"La relación con EEUU ha sido traumática este siglo"
Panamá acaba de dar un inesperado golpe de efecto: ha dicho no a Estados Unidos, que pretendía mantener su presencia militar a partir del año que viene, vistiendo a sus soldados con los ropajes de un centro antidrogas panamericano y así evitar la salida de un país que sus tropas han vigilado desde su fundación, a instancias de Washington, en 1903. Por primera vez en todo el siglo, no habrá soldados estadounidenses en Panamá a partir del año que viene, asegura el presidente Ernesto Pérez Balladares en una conversación con EL PAÍS durante su breve visita a España. La ruptura se ha producido cuando las dos partes ya daban por cerrado el acuerdo, que debía acompañar la entrega del Canal a manos panameñas, el 31 de diciembre de 1999.
Pérez Balladares, de 52 años, acaba de fracasar en su intento de lograr un segundo mandato, al perder un referéndum para enmendar la Constitución y permitirle la reelección. Encajado el golpe, el mandatario, a quien se conoce como El Toro por su corpulencia, acepta con resignación poco disimulada su pase forzoso a retiro y explica que las dudas y temores suscitados en la comunidad internacional sobre la capacidad panameña de administrar el Canal, por la tradición de turbulencia política, nepotismo, tráfico de drogas y lavado de dinero que afecta a su país, forman parte de una campaña de los sectores más reaccionarios de EEUU.
Pregunta. Visto desde fuera, el narcotráfico y el lavado de dinero parecen el principal problema de Panamá.
Repuesta. Lo que hay es trasiego de drogas, sobre todo violación del espacio aéreo, de vuelos no autorizados, como por otra parte se da en muchos otros países. Y violación de nuestras fronteras con tráfico propiamente dicho, con drogas de entrada al país para ser reexportadas. Hemos hecho un esfuerzo, pero yo no sé cómo medir el éxito de las políticas antidrogas.
P. Para frenar el problema hubiera podido servir el centro multinacional antidroga que Washington quería instalar con tropas estadounidenses a partir del año que viene, ¿o no?
R. Hubiera servido si hubiéramos llegado a un acuerdo: como un mecanismo más de dificultar vuelos clandestinos. Lastimosamente, no pudimos llegar a un acuerdo porque, quizá en función de nuestras relaciones con EEUU y de nuestra historia con ellos, había puntos muy susceptibles para nosotros los panameños.
P. ¿Qué puntos?
R. La duración del tema. Ellos querían por lo menos 15 años. Luego lo bajaron a 12. Nosotros lo aceptamos, pero dijimos que después de tres años nos debíamos dar todos la posibilidad de dar por terminado el acuerdo si la situación cambiaba. O si el centro se convertía en un punto de conflicto. Ellos no quisieron aceptar esa posición panameña. Y la otra, quizá más importante, era la insistencia estadounidense en llevar adelante "otras misiones" desde el centro. El término dejaba algunas puertas abiertas, más que nada a la interpretación, y nuestra relación con ellos ha sido muy difícil durante este siglo, muy traumática, y ahí iba a quedar siempre la duda de si estas "otras misiones" encubrían una presencia militar para otros propósitos.
P. Ésa era la sospecha generalizada entre los observadores.
R. Yo sé que eso es así. Nosotros siempre dijimos que si ellos querían una base militar que lo dijeran de frente, y nosotros decidiríamos si nos interesaba o no, si hubiese habido una oferta económica de recompensa.
P. Y nunca la hubo.
R. Ni siquiera de frente y siempre dijeron que no, que no había ninguna recompensa económica.
P. O sea, que no habrá soldados estadounidenses a partir del año que viene en Panamá.
R. Se van.
P. Todos.
R. Se van todos.
P. A lo largo de las negociaciones, ¿cuántas veces ha tenido la impresión de que los estadounidenses se han arrepentido del tratado Carter-Torrijos por el que se obligaron a ceder el Canal?
R. No creo que se hayan arrepentido. El Ejecutivo norteamericano va a cumplir su compromiso. Lo que pasa es que hablar de Estados Unidos como un ente en singular es muy difícil. El Congreso, y dentro del Congreso algunas fuerzas que siempre se opusieron al tratado, seguirán manifestado su oposición. Y piensan de alguna manera que no solamente el Canal, sino que prácticamente el país debe ser de ellos. Ése es el pensamiento de la extrema derecha norteamericana.
P. ¿Puede realmente Panamá hacerse cargo del canal? También ha habido mucha especulacion y preocupación en ese sentido.
R. Sí, ha habido mucha especulacion. Yo lo entiendo porque, claro, lo que pasa es que este Canal lo ha administrado la primera potencia comercial y militar del mundo y de repente se lo traspasa a uno de los países más pequeños. ¿Cómo se va a hacer esto? Esto no va a funcionar. Pero viendo objetivamente, a día de hoy, que el 92% de la fuerza laboral en el Canal son panameños; viendo que el administrador es panameño y que son panameños quienes lo administran desde hace unos años, no hay ninguna duda de la capacidad de hacerlo.
P. Siempre que se mantenga fuera de las turbulencias de la política nacional y no se convierta en un enfrentamiento entre panameños. Ya ha habido acusaciones de nepotismo en el sentido de que usted ha colocado a familiares suyos en la administración del Canal.
R. A personas que ellos dicen que son familiares míos, pero que realmente no lo son. Lo que tratamos de integrar fue una junta directiva que le diera el cariz de manejo comercial al Canal que le queremos dar, que deje de ser un bien militar de EEUU y se convierta en un bien comercial de la República. Y además introdujimos reformas legales que le aíslan de la burocracia gubernamental. Esos temores son más bien críticas de sectores reaccionarios de EEUU, que de alguna manera quisieran endilgarnos incapacidades que no tenemos.
P. ¿Sugiere que se trata de una campaña de difamación internacional?
R. Lo es, lo es. Una campaña de desprestigio.
P. El referéndum que le impidió aspirar a un segundo mandato debió de ser un golpe amargo.
R. Sí y no. Sí, porque evidentemente a mí me hubiera gustado muchísimo concluir mi programa de gobierno y por eso me decidí a preguntarle al pueblo.
P. Y para ello necesitaba cinco años más.
R. Me hubiera gustado tener cinco años más. Pero por otro lado no, porque yo no tengo otra forma de interpretar [la derrota] que como una reafirmación del pueblo panameño de vivir en democracia. Si yo tengo unos niveles de aprobación del 60% y mi esposa más, del 90%, y vamos a un referéndum y lo perdemos, no hay una explicación de rechazo. Entró a jugar el tema de que esto era el inicio de una dictadura civil, y eso lo manejó muy bien la oposición, lo manejó muy hábil.
P. Quizá usted no supo contrarrestar esa idea en su campaña...
R. Quizá eso, quizá está muy fresca la dictadura militar, y la experiencia de mi partido como participante en esa dictadura.
P. ¿Y cuáles son sus planes, fuera del poder?
R. Vivir mi vida, y crear la institución del ex presidente.
P. Usted la va a inaugurar: no hay muchos ex presidentes de Panamá respetados.
R. No voy a hacer ninguna referencia a ninguno, pero no existe la figura.
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