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Socialdemócratas y verdes diseñan una nueva Alemania

Las negociaciones han reanimado temas petrificados durante años

Pilar Bonet

En vísperas del relevo gubernamental, los socialdemócratas y los verdes han ido cerrando con pulcritud germánica los capítulos de un pacto de coalición que podría producir cambios de gran calado en la primera potencia económica de Europa. Esta semana, dentro de las negociaciones que se celebran en Bonn desde el 7 de octubre, ha cristalizado un cambio de perspectiva: la política alemana se ha despertado de un sueño y los temas petrificados durante años se han convertido de pronto en materias dúctiles.

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Los puntos del acuerdo

El reformstau (atasco de la reforma) que la Sociedad de la Lengua Alemana eligió como la "palabra del año" en 1997 se ha diluido. La época de la coalición gubernamental democristiana (CDU-CSU) y liberal (FDP) parece ya lejanísima. La reforma propugnada por el SPD trata de reducir el paro mediante un pacto por el empleo y reactivar el consumo. También quiere crear una estructura fiscal más justa y atajar las exenciones fiscales que priman a los favorecidos. El alcance de la reforma está por ver. Para empezar, resulta un problema cuadrar las cuentas, dado que el presupuesto del Estado previsto para 1999 se ve mermado por un crecimiento económico inferior a los pronósticos, y los especialistas hablan de planes por valor de 17.000 millones de marcos sin cobertura. Las condiciones para el pacto por el empleo, por otra parte, no son muy halagüeñas. Los sindicatos barajan incrementos salariales del 6,5% y las asociaciones patronales critican la reforma fiscal. El abandono de la energía nuclear será contestado desde la industria, que amenaza con pérdidas de hasta 40.000 puestos de trabajo, y desde los länder, que temen el encarecimiento de la energía.

A estos problemas se pueden sumar los conceptuales. En el equipo de Gerhard Schröder coexiste la socialdemocracia clásica, encabezada por el presidente del SPD, el poderoso Oskar Lafontaine, con modelos más liberales hacia los que tiende Bodo Hombach y la constelación de políticos y empresarios del grupo de Renania del Norte-Westfalia, que han trabajado en Düsseldorf o están relacionados con Wolfgang Clement, el presidente de este land.

El liberalismo, sin embargo, no es parte del programa electoral del SPD. Éste no contempla recortes en el sistema de generosas prestaciones sociales, sino que planea anular los ahorros que el Gobierno Kohl logró con recortes vergonzantes en el sistema de seguridad social y jubilaciones.

Por el barrio del Gobierno de Bonn transitan estos días a pie multitud de ministrables, que van de un foro de negociación a otro. Las cosas realmente importantes no se deciden en la gran mesa de las sesiones plenarias, sino en grupos más reducidos. Así,por ejemplo, el abandono de la energía nuclear fue acordado directamente por Schröder y Jürgen Trittin, que se conocen bien desde que el último fue ministro en la coalición de Baja Sajonia. Durante la semana no faltó un acto social como el cóctel que las mujeres socialdemócratas y verdes dieron en la sede del land de Schleswig Holstein. Allí, las damas de la coalición brindaron con cava en nombre de sus intereses comunes, que pasan por una mayor presencia en la dirección del Estado. Entre las socialdemócratas predominaban más las americanas, y entre las verdes, los jerséis sueltos, pero el flamante traje de chaqueta de Kerstin Müller, la portavoz verde, es, junto con la corbata de Joschka Fischer, un signo de nuevos tiempos.

El peso de socialdemócratas y verdes (40,9% y 6,7% de los votos, respectivamente) inclina la balanza hacia los primeros, pero las negociaciones han solido dejar a Los Verdes la posibilidad teórica de promover sus reivindicaciones. Algunos obstáculos han salido ya a la superficie. Con espíritu leonino, Oskar Lafontaine, que no logró imponerse a Kohl en 1990, quería convertir el Ministerio de Finanzas, del que será titular, en un superministerio. Lafontaine ha obligado a Rudolf Scharping a aceptar la cartera de Defensa y a abandonar la dirección del grupo parlamentario, pero no ha logrado doblegar a Jost Stollman, el empresario de ordenadores que ocupará la cartera de Economía. Éste llegó a escribir una carta a Schröder amenazando con su dimisión, si Lafontaine le dejaba un ministerio mutilado.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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