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Entrevista:

"Dimos dinero como Dios manda y ahora cuento con 100.000 millones de dólares"

El miércoles 14, cuando recibió a EL PAÍS, para realizar esta entrevista, no los tenía, pero estaba seguro de que los obtendría en pocas horas. Dos días después, en la tarde del viernes, Michel Camdessus estaba exultante en París, desde donde mantuvo una conversación telefónica con éste periódico. "El Congreso norteamericano lo ha aprobado ayer . Ahora puedo decir que cuento con 100.000 millones de dólares (unos 13,8 billones de pesetas) para apagar el fuego de la crisis, prevenir nuevos contagios", dijo. Pregunta. ¿Cuantos años tiene, señor Camdessus?

Respuesta. Sesenta y cinco años para servirle.

P. Difícil, ¿no?, cambiar de profesión, de economista a arquitecto, a los 65 años.

R. Pero no tengo ninguna intención de cambiar de profesión...

P. Ah ¿no, eh?

R. No, ¿por qué?

P. En fin, es que como se busca un arquitecto para remodelar el FMI...

R. Ja, ja,ja. En esto de arquitecto estoy yo desde hace algún tiempo.Lo que me encanta es que ahora se reconozca que hay que cambiar la cara o la arquitectura o al menos apuntalarla de manera fuerte.

P. Es usted tema recurrente de conversaciones y muchas críticas. Ayer volví a ver una fotografía en la que le daba la mano al dictador Suharto al visitar Indonesia. Ahora el FMI, por ejemplo, ha impulsado una investigación sobre los fondos enviados a dicho país. Me pregunto que siente usted en esta crisis.

R. Hay que ver la crisis en su perspectiva histórica. Primero fue Thailandia. Contaminación local. Indonesia, Corea. Segunda etapa. Rusia. Y después, la crisis actual, que parece que podría transformarse en una recesión global. ¿Qué pasó? En el sureste asiático, hubo una crisis nueva.No era la tradicional que solíamos combatir en el FMI. Tiene aspectos tradicionales. Tenemos un componente de debilidad macroeconómica, pero se le añaden dos cosas. La crisis del sistema bancario y una crisis más sutil, más perversa también en el sistema de relaciones entre el Estado, los bancos y las empresas. Durante años fueron el glorioso modelo asiático. A lo mejor, al principio del desarrollo de esos países les haya servido a ellos, pero ya no estaban bien en un universo globalizado. Estalló la crisis de Thailandia, país que tenía la economía más desequilbrada, con un déficit por cuenta corriente del 8% del PIB durante tres años consecutivos. A esta crisis tridimensional le dimos una respuesta adecuada. En Rusia, y que de algún modo vemos en Japón, son crisis similares. Hay algún problema macroeconómico, un elemento del sistema bancario fuerte y un asunto de relaciones entre poderes. Es tan cierto que al terminar una de mis visitas, quizá la que ha aludido usted, en Indonesia, hice una escala, antes de regresar a Washington, en Moscú. Pedí ver con urgencia al presidente Yeltsin. Era febrero o marzo pasado. Le dije: "Presidente, ustedes están protegiéndose contra la crisis con medidas de tipo macroeconómico y una política monetaria muy fuerte, pero esto no debe ser así. Porque, presidente, ustedes están atacando una crisis unidimensional y en realidad es tridimensional.".

P. El "capitalismo de los amiguetes".

R. Exacto. Denunciamos en Asia el crony capitalism. Le dije a Yeltsin: Es lo que ustedes llaman la oligarquía. Si quieren protegerse es tiempo para acelerar mucho más la reforma del sistema bancaria y el cambio en las relaciones entre Estado, empresas y bancos. Finalmente, estalló la crisis de agosto pasado.

P. A estas alturas, la teoría del capitalismo de los amiguetes y la corrupción parece haber quedado superada por una crisis de carácter sistémico en todos los países emergentes y ahora con peligro en los países industrializados.

R. Lo que ciertamente caracteriza la crisis es la rapidez del contagio y el modo en el que éste virus de la crisis pega duro y de manera aleatoria. De Rusia va a Brasil...

P. Lo que se conoció siempre como un pánico bancario a nivel local ahora parece reproducirse a escal mundial. Es: ¡Toma el dinero y corre!

R. Sí, desde luego hay ése fenómeno gregario, este comportamiento de rebaño de ovejas que muchas veces hemos visto en el pasado en los fenómenos bancarios y bursátiles. Hay modas, países, expansiones, euforia, los bancos relajan sus precauciones, prestan desordenadamente y después de esto siguen comportamientos igualmente de rebaño pero en la otra dirección. Hay una huída del riesgo y una tendencia a quedarse totalmente líquido. Esto ya se ha visto en Wall Street. Si esto no dura mucho tiempo puede tolerarse, si se mantiene llegamos a lo que los norteamericanos llaman el credit crunch, una ruptura o interrupción del crédito, lo que repercute en la economía real y en transformar un fenómeno financiero en una recesión económica grave. El riesgo existe ahora y estamos trabajando...

P. ¿Cuál es el porcentaje de probabilidad que le da a esa recesión...¿Entiendo que habla de una recesión generalizada, como la de 1974?

R. Pues... si alguien pretende que lo sabe entonces es un mentiroso. Nadie lo sabe. Lo que sí sabemos es que estamos trabajando y preparándonos para tomar las medidas a fin de que el riesgo no se convierta en realidad. Creemos que si hay un esfuerzo coordinado, esa recesión generalizada no va producirse. El año que viene debería ser algo mejor que este año. Tenemos una previsión central que, con mucho riesgo, consiste en que si este ejercicio, 1998, la economía mundial crece un 2%, que es poco, comparado con lo que hubiera sido posible sin la crisis, en 1999 podría ser algo por encima, digamos un 2,5%. En Asia, contrariamente a lo que se dice, los programas funcionan y estos países se consolidan y en la segunda mitad del año próximo estarán en un rumbo de recuperación que se verá acentuado en el año 2000.

P. Sin embargo, las cifras que siguen saliendo en Japón, como es el caso de la caída de la producción industrial, son escalofriantes.

R. Sí, Japón está en crecimiento negativo, de un 2%, no hay que olvidarlo. En vez de actuar como un motor en Asia, como lo hacía tradicionalmente, actúa como un lastre, frenando la recuperación de estos países. Entretanto, India y China, que no es poca gente, más de un tercio de la humanidad, continúan con una tasa de crecimiento bastante alta, entre el 6% y el 8%, quizá algo menos. Y que Estados Unidos y Europa eviten el credit crunch. La Unión Europea podría crecer una media del 2,5%. Esperamos que EE UU continúe también crecieno y que no caiga el dominó latinoamericano. Pienso particularmente en Brasil. Para ello pondremos, cuando sea necesario, programas de prevención, por si acaso, para que si pega más el virus estén estos países bien preparados. En Brasil esto está en marcha. Pero insisto en el carácter tridimensional de la crisis. Porque si hubiéramos actuado a la manera tradicional, cosa que nos han reprochado, es decir, que nos hubiésemos concentrado en la balanza de pagos de los países, hoy estaría yo, aquí con usted, cantando victoria. Porque la estabilización financiera ya está cumplida. De grandes déficit hemos pasado a superávit masivos, la inflación ha sido controlada, las reservas de divisas están por encima de lo que estaban y los tipos de interés por debajo. En términos clásicos, el FMI cantaría victoria.

P. La rapidez del cambio de esecenario ha sido reflejado con palabras sombrías por gente como Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal. ¿No cree que ha añadido pavor a los mercados?

R. Veo en Greenspan a un economista eminente. No se olvide que trabajamos a 400 metros uno del otro, en Washington. La gente quizá lee demasiado en cosas que él suele decir.

P. Quizá, pero durante los días de la asamblea anual del FMI, dijo, al hablar de la crisis, que "nunca había visto algo así". Fue una semana negra para el dólar.

R. Lo serio, lo preocupante no es tanto lo que ha dicho, que son cosas bastante obvias, sino los comentarios y la amplificación de sus palabras. Estoy seguro que él no daría una interpretación catastrofista de sus propias palabras, pero ese el riesgo. Greenspan es muy amigo de la transparencia.

P. Hablemos algo sobre su credit crunch, el que soportan las arcas exhaustas del FMI.

R. No, no, porque decidí, a pesar de nuestras dificultades, no racionar y continuar prestando como Dios manda, es decir, acorde a las necesidades de cada país. Dije que el día que no haya dinero en el Fondo, pues paramos, Y que el mundo que asuma sus responsabilidades. Tuve razón.

De la Moncloa al Elíseo

¿Alguna autocrítica, pequeña, señor Camdessus? "No, no, no estoy nada satisfecho con lo que hago, trato. El día del juicio final confío en la gran misericordia".

Ese día es el 2002, fin del mandato de Camdessus en el FMI. Si se pregunta en privado a la gente del Bundesbank o del Ministerio de Finanzas alemán, la respuesta no es misericordiosa: "Camdessus está vendido a los norteamericanos, que le quieren y apoyan". Los alemanes han hecho circular dos nombres para sustituir a Camdessus -el actual presidente del banco de la Europa del Este o el vicepresidente del Bundesbank- estiman que una parte de los fondos del FMi han terminado en manos de los inversores estadounidenses en Asia.

El miércoles, Camdessus visitó a José María Aznar en el palacio de la Moncloa. "Le felicité por los datos económicos y por el fondo de ayuda para América Latina que propone España". ¿Algo más? "Discutimos las consecuencias que puede tener el credit crunch en Europa". El viernes, Camdessus festejó el desbloqueo de la aportación de EE UU al FMI y la rebaja de los tipos de interés.

"Ahora le dejo" -señaló- "porque me espera el presidente de la República Francesa".

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