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CUMBRE DE WYE PLANTATION

Netanyahu y Arafat inician la negociación decisiva para el cambio de paz por territorios

Bill Clinton lo dejó claro ayer: el éxito o fracaso de la cumbre de Wye Plantation depende de Benjamín Netanyahu y Yasir Arafat. El arbitraje norteamericano, señaló, no puede sustituir "la visión y el coraje" que la gravedad de la situación exige a los líderes israelí y palestino. Aunque tiene similitudes escénicas con Camp David, la cumbre de Wye Plantation, que se prolongará, como mínimo, hasta el domingo, no producirá un acuerdo global de paz semejante al alcanzado en 1977 por Israel y Egipto. En el mejor de los casos servirá para desatascar un proceso de paz que lleva un año y medio en punto muerto.

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Israel está dispuesto a devolver a los palestinos un 13% adicional del territorio cisjordano que conquistó en 1967, pero sólo si Arafat se compromete a aplastar el terrorismo islamista. El aperitivo fue una reunión de 42 minutos en el Despacho Oval entre Clinton, Netanyahu y Arafat, a cuyo término los tres comparecieron ante la prensa en los soleados jardines de la Casa Blanca. Clinton leyó una declaración recordando que en ningún pacto las partes obtienen el ciento por ciento de lo que buscan. El anfitrión resumió así las ambiciones esenciales de unos y otros: Israel desea "vivir en paz y seguridad"; los palestinos, "ser libres y guiar su destino político y económico". Acto seguido, mientras Clinton despachaba asuntos internos en la Casa Blanca, Netanyahu y Arafat se fueron en helicóptero a Wye Plantation, un rústico lugar de descanso situado en la costa de Maryland, a 112 kilómetros de Washington. Les acompañó la secretaria de Estado, Madeleine Albright, que arbitra sobre el terreno las muy secretas negociaciones. Los tres empezaron allí a trabajar, a la espera de que el presidente se les sumara unas horas por la noche. Clinton expresó desde el primer momento que su esperanza es que la cumbre se traduzca en "un paso esencial hacia la paz", una manera de adelantar que no cabe esperar un acuerdo global y definitivo como el alcanzado por Annuar el Sadat y Menajem Beguin en Camp David tras 17 días de una cumbre auspiciada por Jimmy Carter. Netanyahu y Arafat proclamaron su voluntad de hacer concesiones, pero confesaron no tener excesivas esperanzas. Arafat, dijo Netanyahu, "debe combatir el terrorismo de palabra y obra". "Se nos pide que entreguemos más territorio, pero antes queremos asegurarnos de que ese territorio no se convertirá en base para que los terroristas nos ataquen". Por su parte, Arafat, con uniforme militar, dijo que los palestinos "harán un esfuerzo al ciento por ciento, pero nadie puede garantizar un resultado al ciento por ciento". La Casa Blanca considerará un gran triunfo el mero desbloqueo de un proceso de paz sobre el que pende la sombra del plazo final del próximo mayo establecido en los acuerdos de Oslo. Arafat ha advertido que si las cosas siguen como ahora, proclamará unilateralmente en mayo el Estado palestino, lo que Israel consideraría una declaración de guerra.

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