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Peruanos desafían al paro

Hace más de una década, Fernando, Vicente y Juan José abandonaron su tierra, Perú, con una esperanza: España. Este era su único equipaje. En aquel entonces aún no se conocían, pero pronto supieron compartir el derrumbe de las ilusiones. Tras años y aprendizaje, los tres, junto a Inés, la mujer de Fernando, y Eduardo, de Bilbao, han constituido en esta ciudad una pequeña empresa: Construcciones Perukide. Su profesionalidad ha servido para que el Ayuntamiento de Bilbao les conceda la rehabilitación de siete viviendas de Bilbao La Vieja, con un presupuesto de 35 millones de pesetas -el proyecto total consta de un total de 14 viviendas por 70 millones- del plan que la Concejalía de Urbanismo acomete en esa zona depauperada de la capital vizcaína. Construcciones Perukide no existió hasta la primavera pasada y su gestación fue un camino de vértigo. En enero el Ayuntamiento explicó su plan: iba a rehabilitar 14 viviendas de Bilbao La Vieja y las obras las llevarían a cabo vecinos desempleandos de la zona. A Juan, Fernando y Vicente se les pasó por la cabeza que podía tratarse de la oportunidad de su vida. Pero, ¿de dónde iban a obtener el dinero que pedía el Ayuntamiento como garantía? Además, ¿serían capaces de diseñar un proyecto que convenciera a los responsables municipales? "Nos jugábamos mucho. Hasta entonces ibamos malviviendo de las chapuzas que nos salían. Nosotros éramos profesionales, habíamos aprendido a trabajar con seriedad. Cada uno teníamos una especialidad: albañilería, fontanería, electricidad. Pero éramos inmigrantes peruanos. ¿Quién nos iba a hacer caso y darnos una obra como esa? La verdad es que no teníamos muchas esperanzas", recuerda Fernando Solorzano, de 38 años, "el jefe" de la pequeña empresa, según le recriminan cariñosos el resto de los componentes. Fernando era arquitecto en su Perú natal pero en Bilbao tuvo que sustituir los calculos geométricos por el yeso y la espátula. "Un peruano me ofreció trabajar de albañil a cambio de comida y alojamiento. Yo estaba feliz. Tenía algo. Al año de vivir aquí me traje a Inés mi mujer, a quien había dejado embarazada en Perú". recuerda. Inés es la responsable de la contabilidad y la organización en la oficina. Junto a la pareja, en la oficina de Lanekintza, cedida por el Ayuntamiento en la Plaza de la Cantera, en el epicentro del barrio chino bilbaíno, está Juan, el fontanero, de 42 años, que lleva 22 de ellos fuera de Ica, población a 300 kilómetros de Lima, y Juan José Huapaya, de 26 años,que estudió automoción y quien gracias a Fernando no tuvo que regresar hace años a Perú con su fracaso como único bagage. "Nos conocimos y empezamos a hacer chapuzas en obras que nos salían, contestábamos a los anuncios de los periódicos. Lo hemos pasado muy mal. Sólo nos teníamos a nosotros [en Bilbao hay 50 inmigrantes procedentes de Perú]. La gente no te hace caso si eres humilde", expresa Vicente, que no cesa de bromear y arremeter contra su "jefe". Sin embargo, los amigos peruanos, Construcciones Perukide, empiezan a dejar atrás la tristeza. En julio brindaron con champán, "en realidad cava", para celebrar la adjudicación de las obras. "Fue todo rápido. En enero, nos enteramos. En marzo, presentamos el proyecto y en julio, nos lo adjudicaron. El 15 de septiembre, empezamos el trabajo". No quiere incidir mucho en que tuvieron que juntar sus ahorros y más para conseguir el millón de fianza que exigía el Ayuntamiento para acceder a la convocatoria. Ni en los otros dos que tuvieron que buscar para avalar la obra, una vez concedida. "Pensábamos que no lo íbamos a conseguir. Al final, ocurrió el milagro y una buena persona, para quien habíamos trabajado hacía tiempo, nos los prestó", explican. Ahora, hacen planes, como Juan, quien sueña con el viaje del próximo año a su pueblo, para que sus padres conozcan a su hijo, nacido en Bilbao. Y para reencontrarse con a su madre, a quien ha visto envejecer por teléfono. "Me he ido dando cuenta por la voz cómo se iba haciendo vieja", revela.

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