Un rascacielos, el precio para respirar
Un rascacielos de 16 plantas en primera línea de mar es el precio que la localidad de Montgat (Maresme) ha tenido que pagar para librarse de la contaminación. Antes de que Explosivos Río Tinto (ERT) desmantelara sus vetustas naves y de que la fábrica de lejía hiciera lo propio, el barrio de las Mallorquines se ganó a pulso el nombre del Montgat dels Fums [Montgat de los humos], por el que se le conocía popularmente. Allí donde algunos días el aire se hacía irrespirable y donde las casas se teñían del color rojizo de las piritas se ha abierto paso el paseo marítimo y se ha levantado una zona residencial de 400 viviendas. La idea de construir un edificio singular partió de la Comisión de Urbanismo de Cataluña. Se trataba de hacer viable una operación urbanística para unos terrenos, situados entre la autopista A-19 (Barcelona-Mataró) y la carretera general, contra los que se habían estrellado antes varios proyectos. La fachada marítima de Montgat ha dado un vuelco y las playas que no hace tantos años no eran aptas para el baño hoy presumen de cinco estrellas. Lo peor es que en primera línea de mar la torre de 16 plantas que se está acabando de construir rasga el aire y pasa factura por los humos del pasado. El alcalde de Montgat, el socialista Pere de José Hermens, resta importancia al impacto visual de la torre: "Cuando la miro desde el otro lado de la vía y recuerdo cómo estaba antes aquella zona, no tengo ninguna duda de que ha valido la pena". Casi nadie cuestiona el cambio que se ha producido en esta zona donde antes pocos querían vivir y en la que ahora las grúas de las fincas en construcción demuestran hasta qué punto se ha vuelto apetecible. Mientras surgen voces que comparan el edificio con los que pueblan Malibú, vecinos del barrio de Can Ciurana han distribuido dibujos de cómo les gustaría que fuera el paseo marítimo, con más palmeras de las que el Ministerio de Fomento ha plantado. Si no fuera por el bloque sugerido por la Comisión de Urbanismo de Cataluña, se diría que la operación urbanística que sustituye a las insalubres fábricas de productos químicos es un éxito. Cuando se ve próximo el final de las obras de la tercera y última fase de la zona residencial, De José Hermens, el único alcalde que ha tenido Montgat desde la llegada de la democracia, hace memoria y explica que en la primera oferta que ERT hizo al Ayuntamiento para marcharse del enclave que ocupaba en primerísima línea de mar, invadiendo incluso una parte del suelo público, pedía 3.000 millones de pesetas. Regateo El alcalde no olvidará nunca la sensación que le recorrió el cuerpo al oír aquella cifra, teniendo en cuenta que el presupuesto municipal era aquel año de sólo 28 millones de pesetas. Luego se fueron barajando otras cifras muy alejadas todas de las posibilidades económicas de un pueblo modesto, pero fue decisiva la intervención del Área Metropolitana. Al final del regateo la entidad metropolitana puso sobre la mesa de negociación la cifra de 114 millones de pesetas, condicionada a que se autorizara la instalación de un gran centro comercial. En el caso de que hubiera prosperado esta propuesta, se habrían complicado aún más los accesos a uno de los puntos negros de la red viaria catalana. La Promotora Promisur, que compró los terrenos a ERT, se encontró con la negativa de la Dirección General de Consumo al hipermercado. Finalmente, el proyecto que logró abrirse paso fue el de la zona residencial de 400 pisos en un lugar muy bien comunicado, con vistas al mar y que está logrando revitalizar un sector que languidecía a pasos agigantados. Las viviendas situadas en primera línea que antes daban a los altos muros de hormigón de las fábricas se están rejuveneciendo para no desentonar con el entorno. La mayoría de los vecinos no disimulan la satisfacción de ver el mar desde las mismas ventanas a las que antes no se asomaban para no ver el humo amarillo que invadía el aire. Sin embargo, frases como "la felicidad dura poco en la casa del pobre" y "nos han colocado el bloque para que nuestra dicha no fuera completa" salen a relucir cuando se les pregunta su opinión. Lo cierto es que hay gustos para todo, como lo demuestra el hecho de que los 48 pisos de unos 120 metros cuadrados de la torre ya están vendidos, incluso antes de que acabe de construirse. Y ello pese a que su precio supera los 30 millones de pesetas.
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