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Ante todo, mucha cara

"Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación". El viejo proverbio árabe es uno de los que mejor ilustran una de las exposiciones más curiosas que alberga estos días el Parque de las Ciencias de Granada: El rostro humano. La cara, los gestos, las facciones, tan cotidianos, tan corrientes, son objeto de un profundo análisis lleno de curiosidades, como saber que las dos mitades del rostro son simétricas sólo aparentemente o que más de 30 músculos son los responsables de expresar la alegría o la tristeza. Los organizadores esperan que a la exposición acudan más de 100.000 personas en los próximos seis meses. "Aunque la cabeza representa sólo una octava parte del cuerpo, en ella se concentra la mayor parte de los mecanismos de comunicación del ser humano", explica Ernesto Páramo, director del Parque de las Ciencias. "Algo tan corriente como el rostro, que vemos todos los días, se convierte en un mundo riquísimo si se le presta un poco de atención". Todo lo que se pueda saber sobre la expresión humana está en la exposición. Allí, los asistentes tienen la oportunidad de ver su propio rostro de verdad, no reflejado en un espejo, sino filmado por varias cámaras desde todos los ángulos. El visitante termina sorprendiéndose al verse tal y como lo ven los demás. "En la muestra se han tratado todos los aspectos relacionados con el rostro", comenta Páramo, "desde la anatomía del cráneo y su evolución a través de millones de años, hasta la morfología muscular, pasando por todos los hechos culturales". Así, el asistente puede ver todos y cada uno de los músculos que operan en la cara y la compleja relación entre ellos. Una de las cosas que más llaman la atención de la muestra es descubrir cómo cada uno tiene su perfil bueno. A través de una cámara y un ordenador, el visitante fotografía su propio rostro, lo divide verticalmente por la mitad y une cada una de sus caras con una copia exacta. Las dos nuevas caras surgidas de cada una de las mitades no tienen nada que ver con el rostro real. De ese modo se comprueba que el rostro no es simétrico. La exposición hace también recorridos sobre la evolución del rostro y su envejecimiento a través de fotografías a personajes famosos, como Picasso, o a través de los sellos y monedas de reyes y reinas. También puede contemplarse un exhaustivo estudio de formas de cara que pintó Alberto Durero y que le sirvió como modelo para sus cuadros. Resulta entonces increíble la infinita variedad de formas que puede adquirir la cabeza humana. Dividida en 20 módulos, la exposición presenta algunas sorpresas, como un hombre de mimo real que algunos días aparece allí para hacer toda clase de gestos, o un caricaturista que va retratando a los visitantes. La caricatura goza de una amplia muestra en el Parque de las Ciencias, así como los poemas que han tenido el rostro como tema central. "Una de las cosas más llamativas", dice Páramo, "es ver cómo, sobre todo gracias a la aparición del cine, el rostro cobró un enorme protagonismo que en el pasado no tenía". Los primeros planos sirvieron para que la gente pudiera acercarse mucho más a la expresión de los actores. De ahí que se recoja una muestra de rostros míticos del cine. La exposición tiene también su espacio para el cachondeo. En uno de los módulos se invita al público a que haga muecas ante una especie de espejo. Pero lo que el visitante no sabe es que la gente lo está viendo gesticular detrás de un panel, muerta de risa. Cada módulo, además, va acompañado de citas famosas, entre las que destaca una magnífica de George Orwell: "A los cincuenta años cada uno tiene la cara que se merece".

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