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El final de la melancolía

San Sebastián padecía melancolía turística crónica hasta prácticamente ayer mismo. Pero tras el verano recién acabado, los síntomas revelan que el enfermo ha experimentado una revitalización fulgurante. La nostalgia un tanto hortera de la grandeur aristocrática y la belle epoque parece haber quedado arrumbada por el aluvión de decenas de miles de visitantes que se han topado con una ciudad sin violencia en las calles, unos equipamientos emergentes y que tiene su museo en el Guggenheim, con permiso de San Telmo. El bonancible clima meteorológico y político ha propiciado que el sector hotelero no haya dado abasto durante tres meses y tuviera dificultades para liberar alguna de las 4.018 camas disponibles en hoteles, hostales y pensiones. El índice de ocupación se ha aproximado al 90%. La euforia es contenida, pero casi todos los representantes consultados coinciden en una cosa: "Si con la bronca política hemos salido adelante, con la paz la ciudad se sale". El alcalde, el socialista Odón Elorza, aseguró la pasada semana que éste ha sido el mejor verano en los últimos 25 años, desde que a principios de la década de los 70 comenzase a declinar la afluencia de turistas españoles. Muchos ciudadanos vendieron los pisos que tenían en San Sebastián, que comenzaba a ser pasto de algaradas y episodios violentos. El esplendor que alumbró la toma de aguas de la Corte madrileña de Isabel II y que se prolongó hasta la proclamación de las Segunda República era ya entonces una postal sepia sólo apta para nostálgicos irredimibles. Elorza quiere singularizar la capital en los albores del siglo XXI, porque percibe que la competencia entre las ciudades se va a recrudecer y quiere aprovechar el cambio de milenio para darle un nuevo impulso a San Sebastián. La oferta de equipamientos culturales es su gran apuesta. El Kursaal sirve como hito que simbolizará el "salto adelante", aunque puede haber otro, sobre el que prefiere guardar una reserva absoluta. De momento. El revolcón que se ha producido este verano prefigura un horizonte "prodigioso", sostiene Rafael Aguirre, quien fue director del Centro de Atracción y Turismo (CAT), la principal entidad animadora cultural de la ciudad, desde 1964 hasta 1997. Aguirre ha estudiado en profundidad el comportamiento del sector turístico en áreas afectadas en mayor o menor grado por la violencia, como Córcega, Croacia, Egipto, Chipre o Irlanda del Norte, y pronostica que el crecimiento del turismo en San Sebastián se puede disparar si la actual tregua de ETA conduce a la paz definitiva. "El turismo elitista de antaño se ha perdido para siempre, pero la ciudad ofrece todas las condiciones para el turista de paso, de tres-cuatro días, que es el que empieza a proliferar durante todo el año, porque estamos en el eje París-Madrid". El único déficit que encuentra es la somnolienta noche donostiarra. La vida nocturna es paupérrima y "no hay un local", más allá de la oferta tradicional de la Parte Vieja, que aliente al viajero a salir de su hotel. El ex director del CAT apunta, en todo caso, que hay una razón básica que explica el resurgir turístico de la ciudad: la tranquilidad. "Para quien decide el destino de sus vacaciones, la tranquilidad es fundamental a la hora de elegir viaje". Y apostilla que, de la misma forma que la violencia ha hecho del País Vasco un núcleo informativo de primer orden, "cuando llegue la paz esta noticia será titular de todos los periódicos del mundo". Y no llueve como antes El restaurador y empresario Martín Berasategi es persona que cree con pasión en su ciudad y comenta: "Si con palos en las ruedas hemos salido adelante, con un clima pacífico nos saldremos". En todo caso, puntualiza que el cambio de inflexión no se ha producido ahora. "Este proceso empezó hace cuatro años; desde entonces cada verano ha sido mejor que el anterior, aunque es cierto que el recién concluido ha tenido una afluencia de turistas fuera de lo normal". Y adereza su reflexión sobre una San Sebastián que es "increíblemente bonita", como le comentan muchos clientes con una impresión: "Además de todo, ya no llueve como antes". Las estadísticas del Eustat confirman la percepción del restaurador. San Sebastián registró 509.098 pernoctaciones en 1994 y la cifra creció hasta 583.887 el año pasado, aunque se quedará pequeña cuando se cierre este ejercicio. Martín Berasategi gestionará el restaurante del Kursaal, uno de los equipamientos por los que ha apostado la ciudad. La apertura de la plaza de toros y el nuevo Aquarium reflejan la apuesta del sector privado, que había permanecido ausente durante muchos años. El Museo Interactivo de la Ciencia (año 2000) y la Fundación Zabalaga (1999) que abrirá el escultor Eduardo Chillida y el Museo de San Telmo, cuya renovación no termina de arrancar, serán los próximos hitos para configurar un escenario propicio al turismo cultural que persigue con denuedo el alcalde Elorza.

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