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"Tenemos una enorme necesidad de renovarnos"

Pilar Bonet

Walter Riester, el futuro ministro de Trabajo en el Gobierno de Gerhard Schröder, no tiene tabúes. Este sindicalista especializado en recortes horarios, que se curtió en las luchas del poderoso sindicato IG Metall, somete a revisión una gran parte del modelo de relaciones laborales vigentes en Alemania en las últimas décadas. En una entrevista con EL PAIS, Riester afirmó que la piedra angular de su política contra el desempleo es un "pacto generacional" donde los "mayores" se retirarán antes para dejar paso a los "jóvenes". Se mostró partidario de una modernización del sistema de convenios colectivos "que se basan en el mundo laboral de los años sesenta y setenta", para adaptarlos a las actividades complejas que han sustituido a la división tradicional de "trabajadores y empleados".De cara al control del paro, el nuevo Gobierno iniciará su labor "en una situación sin alternativas", porque debe gestionar las medidas de fomento del empleo aprobadas por el Gabinete anterior -"que actuó sin un plan con el fin de mejorar las estadísticas"- y, al mismo tiempo, proceder a reformas estructurales. "El proceso durará varios meses y, de momento, debemos vigilar que las medidas de fomento del empleo no se interrumpan de forma brusca, especialmente en el este de Alemania, de lo contrario el paro podría subir mucho", señaló.

Advierte que la entrada en funciones del nuevo Gobierno "coincidirá con el incremento estacional del paro y los problemas de las medidas de fomento del empleo subvencionado que se mantienen artificialmente", dice.

Riester, de 55 años, es un hombre de modales suaves que comenzó su carrera como albañil. Durante 40 años de militancia sindical ha ascendido hasta llegar a vicepresidente del sindicato IG Metall. Como negociador, ha sido respetado y temido, tanto en la mesa como en la calle. Tuvo un papel clave en el logro de la semana de 35 horas (en 1995, tras 17 años de empeño). También fue uno de los artífices de la semana de cuatro días en la Volkswagen. Esta empresa automovilística le ofreció el puesto de jefe de personal, que él rechazó.

En abril, sin embargo, aceptó el puesto de futuro ministro de Trabajo, a propuesta de Schröder. Subraya Riester que "en los sindicatos ganaba más" que en su nuevo destino. Aceptó, porque le atrae, según dice, la "gran tarea de diseño" ante la que está el nuevo Gabinete y porque se siente "preocupado" por los sindicatos. A Schröder y a Jost Stollmann, el futuro ministro de Economía, los conoció hace dos años en un debate televisivo. "Fue muy emocionante porque, pocas semanas antes de aquel debate, Stollemann había comenzado una campaña publicitaria a favor del fomento de la actividad empresarial en Alemania". Tras unas cuantas frases, sentimos que estábamos en la misma onda", dice, recordando la sintonía que surgió entre los tres. Riester cree que "Alemania está muy regulada de acuerdo con viejas ideas". "Se trata", dice, "de legislación de los años sesenta y setenta, que fueron una época de éxito económico y social". Y ese éxito es, precisamente, el lastre para el futuro, según razona el nuevo ministro. "A la vista del éxito del pasado, las personas y las instituciones tienen dificultades para entender que el futuro se puede perder debido a las viejas estructuras y reparto de papeles del pasado". La victoria electoral permite a Riester ser más abierto. "En las elecciones hubiera dicho que el anterior Gobierno ha conservado las viejas estructuras. Eso es sólo una parte de la verdad. La verdad auténtica va más lejos. Los empresarios vieron cómo en los ochenta tuvieron éxitos continuados, sobre todo en los sectores exportadores, y no cambiaron las estructuras, sino que siguieron desarrollándolas". La reunificación alemana, cree, ocultó los problemas, ya que aumentó la demanda y el consumo, hasta que llegó el "batacazo" en 1992.

"También los sindicatos apoyaron el viejo modelo aparente de éxito, tanto con la cabeza como con el corazón", señala. El resultado es que "ahora tenemos una enorme necesidad de renovarnos". "Los sindicatos alemanes son relativamente fuertes, en relación a otros, pero han perdido militantes. Sólo se fortalecen en los sectores industriales tradicionales, y es importante darles una plataforma para que se puedan desarrollar en el proceso de reformas sociales", señala.

¿Y los empresarios? "Tengo la experiencia de la negociación y también de la lucha laboral. Conozco su pensamiento, sus posibilidades y creo conocer sus limitaciones y pensar con sus categorías. Los problemas son tan urgentes que también afectan a sus intereses. Si la gente envejece en las empresas y no entra gente nueva, eso les perjudica", señala.

La primera meta del Pacto por el Empleo, es decir, la nueva versión del proceso negociador que abortó en 1996, será el paro juvenil, que, en opinión de Riester, es el problema más importante que ha surgido en Alemania. "Tradicionalmente, hemos tenido un paro juvenil muy bajo, mucho más bajo que en España. Esto se debe a que el sistema de formación profesional constituye un buen puente para entrar en las empresas y también a que hasta hace dos años funcionaban en Alemania un sistema de jubilación anticipada que fue suprimido. Desde 1991 tenemos 1,4 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años que no trabajan; de ellos, 500.000 reciben subsidio de paro, 600.000 no tienen apoyo económico y el resto está formándose para entrar en el mercado de trabajo", afirma.

"Por otro lado, tenemos un aumento de las edades de jubilación, que han pasado de 63 a 65 años para los hombres y de 60 a 65 años para las mujeres". Ambas cosas, conjuntamente, constituyen "una situación perversa", que se caracteriza por "una prolongación de la estancia de los viejos en las empresas" y "el paro de jóvenes que no se incorporan al mercado de trabajo". La ofensiva contra el paro va más allá del pacto generacional. "Debemos cambiar la política económica, la política estructural y regional, la política de tecnología y ver qué nuevas ofensivas de empleo emprendemos y qué política de formación profesional".

Los modelos que inspiran al futuro ministro están en la industria de automóviles alemana, que se encontraba en una situación muy crítica hasta 1992. "Se produjo una reestructuración muy dura que costó muchos puestos de trabajo, y hoy es la número uno del mundo, con los mejores productos, con los costes de producción más ventajosos. Ha costado un alto precio".

Riester opina que habrá que recortar los horarios de trabajo y "no sólo en Alemania", sino en otros países, pero de forma diferente. También cree que se ha de cambiar el modelo de "congestión empresarial", que data de los setenta, para tener en cuenta las nuevas empresas "que no tienen una localización espacial".

Riester duda sobre la posibilidad de exportar la experiencia del Pacto por el Empleo. "Los cambios están condicionados por el panorama nacional. Por eso Alemania no es el modelo para Europa, sino que primero hay que renovar Alemania".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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