El futuro canciller viaja hoy a París para asentar el eje franco-alemán
El recién elegido canciller federal de Alemania, el socialdemócrata Gerhard Schröder, ya ha tomado su primera decisión importante en política exterior: hoy viajará a París. Se trata, ante todo, de una visita de cortesía, sin excesivo contenido político. Más que nada es una demostración de que la derrota del democristiano Helmut Kohl no va a alterar las prioridades de la política exterior alemana. El llamado eje franco-alemán -inventado por Kohl y por el difunto presidente François Mitterrand para superar las heridas de las dos guerras mundiales- se mantiene intacto.Schröder almorzará con el presidente francés, Jacques Chirac, en el Elíseo y se reunirá después con el primer ministro, el socialista Lionel Jospin. No habrá anuncios espectaculares, sólo una primera toma de contacto.
El primer ministro británico, Tony Blair, saludó ayer, en la tribuna del congreso laborista que se celebra en Blackpool, la victoria de Schröder, que calificó sin rodeos de nacimiento de una era en Europa. Blair, que tiene una excelente relación personal con el nuevo canciller alemán -fue el primero en felicitarle por teléfono en la noche electoral-, aspira a ampliar el eje franco-alemán a un tercer vértice, Londres, para que los tres países juntos puedan desempeñar un papel de locomotora en el futuro desarrollo de Europa.
Combate al desempleo
El primer ministro italiano, Romano Prodi, por su parte, conversó ayer largo y tendido con Schröder. Ambos estuvieron de acuerdo en la necesidad de potenciar las políticas sociales y de empleo en el seno de la Unión Europea. Éste es, precisamente, uno de los puntos capitales del programa de gobierno de los socialdemócratas: el combate al desempleo, tanto en Alemania como en el resto de la Unión Europea.De todas estas conversaciones, las más importantes son las que mantendrá hoy en París con Chirac y Jospin. Son las primeras cara a cara desde la victoria del domingo. No sólo representan un gesto hacia Francia y hacia Europa, también tienen, a juicio de los analistas alemanes, una lectura interior. Se trata de una advertencia dirigida al movimiento ecopacifista de Los Verdes, sus más que probables socios de coalición.
Éstos aspiran a un ministerio de peso en el nuevo Gobierno. Y han señalado ya sus preferencias por la cartera de Exteriores, un puesto que heredarían de los liberales. Schröder quiere dejar claro con hechos lo que ha dicho con palabras: nada de lo sustancial va a cambiar. La política exterior alemana se asentará sobre las mismas bases, gobierne quien gobierne.
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