El 'motorino', en el banquillo
Normas de la Unión Europea ponen en peligro el futuro del medio de transporte preferido por los italianos
El motorino, una seña de identidad italiana no menos universal que los espaguetis o la pizza, se encuentra amenazado. La imagen romántica y ecologista de los frágiles scooters zigzagueantes por las calles de Roma, como la vespa que conducía Gregory Peck en la película Vacaciones en Roma llevando a Audrey Hepburn como paquete, se desmorona por momentos. Como fórmula para evadir los atascos, todo el mundo está de acuerdo en que los dos ruedas son fantásticos. Pero lo que muchos ignoran es la enorme capacidad contaminadora de este pequeño medio de transporte, el más amado de los italianos. Cada motorino que circula emite una cantidad indeseable de benceno (una sustancia altamente cancerígena) que se acumula en el aire. Emisiones que ha decidido cortar por lo sano la Unión Europea con una directiva que entrará en vigor en junio próximo. A partir de esa fecha, los casi diez millones de scooters que circulan por Italia tendrán que atenerse rigurosamente a unos límites máximos de emisión de gases si quieren salir a la calle. Exactamente igual que automóviles, autobuses o furgonetas.La noticia ha despertado inquietud entre los italianos, incapaces de enfrentarse al caótico tráfico de los cascos antiguos de tanta ciudad monumental sin su inseparable motorino. Lo más inquietante es que la norma comunitaria estará precedida, en enero próximo, por la entrada en vigor de una nueva ley del Gobierno nacional que fijará en 10 microgramos por metro cúbico el límite máximo de benceno en el aire. Una cantidad ampliamente superada todos los días en el aire que se respira por estas latitudes. Entre otras razones, porque la mayoría de los modelos de ciclomotores que circulan en este país son de los denominados de tracción a dos tiempos, los que más benceno desprenden. Y no sólo eso. Un reciente estudio realizado por el municipio de Florencia (la ciudad con más motorinos per cápita de Italia, exactamente uno por cada cinco habitantes) viene a demostrar que estas pequeñas motocicletas producen el 53% de las emisiones totales de hidrocarburos, el 41% de benceno y el 9% de monóxido de carbono. Por no hablar de su alta participación en el concierto diario de ruidos que produce el tráfico y en los accidentes en los que se ven envueltos. A su favor hay que decir que llegan más rápido a su destino y, por tanto, consumen mucho menos combustible que el coche, lo que equivale a decir que contaminan menos. Una ventaja insuficiente a los ojos de la Comisión Europea y de los responsables de Sanidad y Medio Ambiente del Gobierno de Roma, que siguen adelante con su ofensiva.
La combinación de la doble legislación (italiana y comunitaria) puede resultar fatal para los motorinos si se aplica, como está previsto, en las 23 ciudades italianas de más de 150.000 habitantes. La decisión final (e improbable) de prohibir la circulación de los dos ruedas y sus temibles consecuencias quedará en manos de cada uno de los alcaldes, sobre cuyo juicio pesará, no obstante, la presión de asociaciones de consumidores y de defensores del medio ambiente, dispuestos a llevarles a los tribunales si no se muestran lo bastante diligentes a la hora de preservar el aire que respiran sus conciudadanos.
Ante la alarma causada por la noticia, el Ministerio de Medio Ambiente tranquilizó ayer a los millones de usuarios de ciclomotores asegurándoles que el decreto interministerial (Sanidad y Medio Ambiente) no prevé penalizar a los motorinos ya en circulación, sino sólo establecer normas a las que tendrán que acogerse los que se vendan a partir de enero de 1999.
De momento, los fieles al scooter esperan incrédulos a ver si alguien se atreve a echarles de las calles. Después de todo, existen ya leyes que limitan el ruido y la emisión de gases contaminantes en los ciclomotores que no han tenido especial repercusión en las ciudades italianas. Gianni Ippoliti, un presentador de televisión dueño de un motorino eléctrico y, por tanto, libre de culpas contaminantes, se quejaba ayer al diario La Repubblica de la impunidad con la que circulan por Roma muchos pequeños scooters trucados que hacen más ruido y contaminan más a despecho de la legislación vigente. "¿Qué les importan las nuevas normativas, si las que existen ya no se cumplen?".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Contaminación acústica
- Italia
- Política exterior
- Contaminación atmosférica
- Política social
- Política ambiental
- Europa occidental
- Unión Europea
- Europa
- Transporte carretera
- Protección ambiental
- Organizaciones internacionales
- Contaminación
- Tráfico
- Problemas ambientales
- Relaciones exteriores
- Transporte
- Medio ambiente
- Sociedad