El desastre del Teleno
Si uno se aleja dos o tres kilómetros de la ciudad de León buscando un poco de silencio, observará que, en los días en que hay ejercicios, son perfectamente audibles - y si el viento es favorable, incluso molestas- las detonaciones del campo de tiro del Ejército en el Teleno, distante de la capital unos 60 kilómetros en línea recta.Si seguidamente trazamos un círculo de unos 16 kilómetros de radio alrededor de dicho campo de tiro, contaremos hasta 35 pueblos dentro del mismo, y con una simple consulta a las estadísticas veremos que la población de los mismos asciende a casi 6.300 personas. Si ampliamos este radio hasta sólo 20 o 25 kilómetros, observaremos que los núcleos urbanos y los habitantes dentro del mismo se disparan hasta rebasar el triple de las cifras anteriores, comprendiendo núcleos de población tan importantes como Astorga, proximidades de La Bañeza, norte de la provincia leonesa de Zamora, estribaciones del Bierzo, etcétera.
Es indudable que si las detonaciones se escuchan desde los alrededores de la propia capital de la provincia, para las personas que viven en las inmediaciones, y que han de soportarlas sin protección auditiva alguna e inesperadamente, supone posiblemente no ya una simple molestia, sino un auténtico perjuicio para su salud. No es preciso advertir tampoco, por obvio, que todos estos núcleos poblacionales están sufriendo una verdadera y palpable desvalorización de sus tierras y propiedades, pese a su belleza paisajística y riqueza forestal: hace falta tener mucha moral y cariño a la zona para establecerse en ella, decidirse a abrir explotaciones de cualquier tipo, edificar viviendas, etcétera. Todo ello sin contar con las negativas implicaciones medioambientales y arqueológicas puestas reiteradamente de manifiesto antes de ahora.
La afirmación del ministro señor Serra de que el campo de tiro del Teleno no va a ser desmantelado nos parece, por tanto, precipitada y poco considerada con la población de esta zona, que, aunque sólo fuese por los muchos años que lleva sufriendo su presencia, merecería ser escuchada con más atención y liberada por fin de sus muchas inconveniencias. Los intereses -perfectamente respetables, por otra parte- de unos pocos, a quienes la existencia del campo de tiro supone una adicional fuente de ingresos, no pueden superponerse a los de la inmensa mayoría de los residentes.
No se trata aquí de ser militarista o antimilitarista, y espero que ningún oportunista trate de aprovechar la implicación de nuestro Ejército en el problema para acusarnos de alguna de ambas cosas. Se trata simplemente de hacer un ejercicio de sentido común. El campo de tiro del Teleno se estableció en una época en que las circunstancias ecológicas, medioambientales, humanas, etcétera, no eran apenas tenidas en cuenta ni la sensibilidad y cultura de la población eran las que son actualmente, como tampoco las características y potencia de fuego de las armas, mucho más mortíferas hoy día.
Es hora, por tanto, de reconsiderar, serenamente y sin tensiones innecesarias, si el emplazamiento de estas instalaciones militares continúa siendo el más adecuado. Y creemos que la respuesta será claramente negativa.
La peligrosidad, que tantos y tantas veces habíamos advertido sin ser escuchados, se ha puesto finalmente de manifiesto de un modo brutal, y aún podemos decir que, milagrosamente, ha habido suerte por la inexistencia de víctimas humanas. ¿Cómo será la próxima vez que alguien, humano también al fin, cometa otro error?
Estamos, en definitiva, serenamente y sin inquina hacia nadie, con la población afectada, a la que comprendemos y apoyamos en sus reivindicaciones.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.