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Arrecian las peticiones para someter a una profunda reforma el sistema financiero mundial

Todos parecen estar de acuerdo: es necesaria una profunda reforma del sistema financiero internacional. Ayer, coincidieron en esa afirmación el director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus, el comisario europeo de Asuntos Monetarios, Yves Thibault de Silguy, y el ministro británico de Finanzas, Gordon Brown.

Camdessus señaló, en unas declaraciones a The Washington Post, que "es necesario el consenso entre los países industrializados y las naciones en desarrollo para diseñar y llevar a cabo una reforma del sistema financiero internacional". El director general dijo que esa reforma "formará parte de una revisión general". Michel Camdessus centra sus críticas en el poco peso que tienen los países en desarrollo en el sistema monetario internacional. Asimismo, pide mayor poder de decisión al comité interino de la organización —formado por los ministros de Economía y responsables monetarios de varios países—, que, a su juicio, funciona como un cuerpo asesor de la junta directiva del Fondo, cuyo acceso es más restringido.

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De Silguy abogó por las reformas y dio una pista sobre cuál puede ser una de las innovaciones que desea introducir. "No se puede dejar el mercado sometido a la ley de la jungla. La libre circulación de capitales está bien, es una necesidad, pero debe tener algunas regias de juego", dijo el comisario europeo a la cadena de televisión alemana LCI.

Más supervisión

Por su parte, Gordon Brown hizo ayer honor a su apodo de ministro de hierro. En un discurso seguido en vilo por el Congreso anual del partido laborista y aplaudido en pie por su líder, Tony Blair pidió sin rubor la reforma del FMI y del Banco Mundial, en línea con lo que había hecho el propio Blair la semana pasada en Estados Unidos. Las dos instituciones, en su opinión, están poco equipadas para afrontar crisis de amplio espectro como la asiática o la rusa. Para el público local que más le interesa, los sindicatos, tuvo también palabras duras. Les advirtió que, de no relajar sus posturas, pueden convertirse en el enemigo de la estrategia gubernamental.

Los discursos de Brown, cargados siempre de una cierta tensión que él niega pero que contribuye a crear, suelen incluir pasajes visionarios. Esta vez el toque lo recibió el propio sistema financiero internacional que está "sobre expuesto, falto de supervisión y sigue sin ser demasiado rentable". La reforma que propuso servirá para modernizar y equipar ambos organismos. Que rindan luego cuentas de su labor, constituiría la consecuencia lógica de sus propuestas. Como el ministro ha convertido el reto en su filosofía de trabajo, está dispuesto a sugerir estos cambios en las próximas asambleas.

Para dicha fecha espera solicitar también la adopción de un "código de conducta en materia social". Se trataría de transformar las políticas económicas de los distintos estados en "una obligación moral para con los desempleados y los miembros más vulnerables de la sociedad mundial". Propuso que el Banco Mundial invierta más en ayudas al desarrollo y el FMI coordine mejor sus trabajos.

Tampoco dio respiro alguno los sindicatos. "Hemos ganado a pulso nuestra prudencia y férrea resolución de sanear la economía. No lo sacrificaremos por cualquier aplauso pasajero", dijo. El sindicato mayoritario, Unison, le contestó de inmediato. "No nos muestre la tierra prometida y denos ya un lugar en ella", bramó Rodney Bickerstaffe, su líder.

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