El MEC no paga

Siempre había tenido la impresión de que la AdministraciónPasa a la página siguiente

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pagaba con retraso, pero pagaba. Ahora sé por experiencia que la Administración, en concreto el Ministerio de Educación y Cultura, no paga.

Como presidente de una de las comisiones de valoración de méritos para la adquisición de la condición de catedrático de secundaria, estuve trabajando en el propio ministerio, junto con otros compañeros y compañeras, a razón de diez horas diarias, durante el verano de 1997. Como es preceptivo, terminada nuestra labor, se entregaron las actas correspondientes a cada una de las jornadas trabajadas, confiando, según nos aseguraron los funcionarios y funcionarias con quienes nos relacionamos, que pasados unos meses recibiríamos en la cuenta bancaria previamente adjuntada el dinero asignado para este tipo de tareas. Ha transcurrido ya más de un año y seguimos esperando. Otros compañeros que durante las mismas fechas formaron parte de los tribunales de oposiciones cobraron lo que justamente les correspondía. ¿Por qué unos sí y otros no?

El enfado y la curiosidad por saber qué razones existen para que, "en el mejor año económico de la democracia", se nos niegue lo que en justicia nos pertenece me ha hecho indagar dentro de los distintos estamentos y secciones ministeriales, con un resultado verdaderamente desolador. Por desgracia, no parece que se haya avanzado mucho desde el "vuelva usted mañana" de Larra.

Después de rodar como una bola de pimpón desde la Subdirección General del Profesorado hasta Habilitación, de aquí a la jefa de Servicio de Bachillerato, de ésta otra vez a la Subdirección General, para luego continuar por la Consejería General de Secundaria..., la conclusión es la siguiente: nadie sabe ni se responsabiliza de nada y todos los indicios apuntan hacia el subsecretario del MEC, que desde abril tiene en su poder la documentación que, a pesar de los distintos requerimientos y, al parecer, sin ninguna explicación, se niega a devolver firmada. Denigrante.

Afortunadamente, en el peor de los casos, siempre nos quedarán... las urnas.-