Escenarios recuperados
"¡Esto sí que es una alegría: ver la casa llena de gente joven!". Un socio de la peña flamenca Torres Macarena reflexionaba así, en voz alta, la noche del pasado sábado mientras contemplaba las sillas llenas y la gente de pie en la puerta de una de las tres peñas que este año, por primera vez, se han sumado a los escenarios de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla. La actuación de los cantaores Paco Moya e Inmaculada Rivero y el guitarrista Manolito Herrera congregó en la citada peña a un público tan heterogéneo como el mismo flamenco. En las cerca de 200 sillas de enea que la peña dispuso en torno al escenario predominaban lo jóvenes, pero, no sólo los españoles, sino también los japoneses, franceses y alemanes. En un flanco aparte, como en posición de retaguardia, se congregaron los aficionados de toda la vida. Tanto unos como otros, disfrutaron del flamenco en directo, al alcance de la mano y sin micrófonos. "Ésto es lo más parecido que queda al flamenco del cuarto. Aquí la gente puede verse las caras y transmitir el pellizco", decía un aficionado con edad suficiente como para haber asistido a estas tertulias privadas en las que se bebía y se cantaba durante toda la noche. Durante la velada, que comenzó a medianoche y se prolongó hasta las dos de la madrugada, el público se comportó de una forma ejemplar, sobre todo si se tiene en cuenta que la barra del bar de la peña era casi uno de los límites del escenario. "Más callaos que en el Maestranza", comentaba una señora gratamente sorprendida. Y es que el responsable de la peña ya lo dejó bien claro antes de que comenzara el espectáculo: "Exigimos que el flamenco sea respetado. Cuando termine, ya tendremos tiempo de criticar o alabar". Manuel Herrera, director de la Bienal, se ha propuesto en su primer año al frente del festival implicar más a los sevillanos en un certamen que para algunos se ha hecho "demasiado internacional". Los nueve espectáculos programados en tres de las peñas más populares de Sevilla forman parte de esta estrategia. Los espectáculos, que comienzan a medianoche, se ofrecen simultáneamente en las peñas Torres Macarena, La Fragua y El Chozas. Éstos tres espacios albergarán, el próximo viernes día 2, otros tantos programas con El Ecijano, Jesús Heredia, Niño Segundo y Choni, entre otros. El olor a fritos, las cortinas de lunares y las macetas de geranios, aunque sean artificiales, constituyen el escenario "ideal", aquel que cualquier extranjero se imagina cuando, en su país, se dispone a oír un disco de flamenco. Por lo tanto, el marco hizo las delicias de muchos. Inmaculada Rivero comenzó la noche por malagueñas, acompañada por la guitarra de Manolito Herrera. La cantaora, que recibió los aplausos más calurosos cuando se arrancó a bailar, se atrevió hasta con aquello que escribió Manuel Alejandro y cantaba Rocío Jurado: "Se nos rompió el amor de tanto usarlo..." El cantaor Paco Moya, también con la guitarra de Manolito Herrera, eligió un repertorio más clásico. Alegrías, soleás de Alcalá y fandangos que dejaron contento al público que abarrotó el local. Antonio y David Hurtado, dos hermanos de 25 y 21 años respectivamente y licenciados en Teoría de la Música, no faltaron a la cita. Los jóvenes no pierden oportunidad para comprobar si son correctas sus investigaciones y es que los hermanos presentarán hoy su libro El arte de la escritura musical en el que han transcrito al pentagrama ocho cantes.
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