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Los últimos corsarios

Pititako, Irola Irala, Tas Tas, Radixu y Txantxibiri, en Vizcaya; Zintzilik, Molotoff, Zazpiki, Irrintzi y Txapa, en Guipuzcoa; Hala Bedi, en Álava. Estos son los últimos piratas de unas ondas radiofónicas antaño saturadas por la masiva aparición de pequeñas emisoras independientes. Eran los paladines de la contrainformación, se decía. Hoy son únicamente 11 (en Navarra existen otras cuatro y el país vasco-francés cuenta con tres), pero a mediados de los ochenta llegaron a coincidir en antena alrededor de 50 radios libres. Esa mengua puede ser consecuencia directa de su inherente amateurismo, las apreturas económicas derivadas de las particularidades de su financiación y los evidentes riesgos de tomar parte en una actividad ilegal. No hay que olvidar que no está permitido emitir sin licencia y que, simplemente, disponer de los medios necesarios para hacerlo ya supone una falta sancionable. Sin embargo, la persona encargada de la coordinación del área de desarrollo de la bilbaína Tas Tas Irratia, aporta una justificación más reflexiva para tamaña disminución: "Quizá la causa sea que antes no existía un proyecto de comunicación". Aquí entra el cambio de mentalidad que el técnico ha observado en las emisoras piratas: "Las radios de la década anterior lo que hacían, básicamente, era cuestionar al Estado o a la Administración la propiedad del espacio radioeléctrico. Mientras, ya en Tas Tas, lo que nos planteamos fundamentalmente es construir un medio de comunicación. Se trata de dar las posibilidades para que toda la gente que tiene cosas que decir pueda acceder a un medio de comunicación. Queremos construir el canal para que otra gente acceda a él: no somos el mensaje, somos el medio. Y para eso hay que plantearse un trabajo a largo plazo, ir poniendo las bases y construyendo". Sin remuneración Pero la carencia de una licencia (reservada a radios directamente gestionadas por órganos administrativos y a las de carácter comercial) no es lo único que caracteriza a las radios libres. Grosso modo, entre las peculiaridades comunes puede destacarse la ausencia de afán de lucro y una estructuración interna no jerarquizada, además de la carencia de publicidad y remuneración a los actores. Dicha ausencia de remuneración es lógica teniendo en cuenta que su financiación se basa en las cuotas que periódicamente aportan todos los implicados en el proyecto. Como complemento aparecen la venta de diverso merchandising (pegatinas, mecheros, camisetas, etcétera) y diferentes iniciativas acometidas con el objetivo de recaudar fondos. Toda fuente de ingresos es buena teniendo en cuenta que los gastos no son pocos. Tas Tas Irratia, por ejemplo, lleva ya invertidos más de 15 millones de pesetas desde su nacimiento en 1992. Según explican los responsables de las estaciones, los esfuerzos han de dirigirse ahora a frenar el descenso cuantitativo de unas instalaciones cada vez mejor dotadas técnicamente, aunque el profesionalismo continúe siendo algo ajeno a sus miras. "Para dar una información sencilla, como se da, no hacen falta los profesionales. Aquí, los estudiantes de periodismo que han entrado no nos han enseñado absolutamente nada. Es más, suelen ser los que nos dejan tirados", confirman desde Pititako. Defendiendo su existencia, desde Tas Tas afirman que "la pluralidad de medios de comunicación y las distintas visiones que puedan darse desde distintas ópticas siempre son necesarias.Contribuyen a construir ciudadanía, a aportar más a los valores democráticos de una determinada comunidad. Por otro lado, hoy en día, cuando cada vez se tiende mucho más al pensamiento único, que haya voces discrepantes no solo es necesario, también es un síntoma de buena salud. Es conveniente".

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