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ELECCIONES EN ALEMANIA

Para la UE, vale tanto el triunfo de Kohl como el de Schröder

El vencedor de la consulta, sea quien sea, defenderá con más ahínco los intereses económicos y políticos de Alemania en Europa

Xavier Vidal-Folch

, No sólo los alemanes. Todos los europeos, aunque sea por procuración, eligen hoy nuevo líder. El enorme peso político de la Alemania unificada, superpuesto al relativo desconcierto zigzagueante de Francia y a la soportada levedad de Bruselas colorean los comicios de hoy como un asunto de interés continental.Si sólo la conducta pasada es augurio de la futura, los españoles deberían votar al canciller saliente. Es de bien nacidos ser agradecidos. Helmut Kohl fue el gran aliado de España en el forcejeo para su acceso a la Comunidad; apostó por la articulación territorial en la cumbre de Edimburgo de 1992, que dio el espaldarazo a la política de cohesión reclamada por Felipe González; y sancionó la ambiciosa estrategia para el Mediterráneo al dotar en Cannes (1995) los programas euromediterráneos.

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Además, si Europa sigue siendo para España la gran pasión, Kohl es una apuesta segura. Su compromiso con la unión política continental como culminación de la unificación de su país, una síntesis que disipe el temor a la Europa alemana y consolide la Alemania europea, es impoluto.

Es cierto que España honró su parte del trato, apoyando la doble decisión (rearme con misiles simultáneo a las negociaciones de desarme con la entonces URSS); apoyando sin fisuras la unificación; y la ampliación de la UE al Este, un deber moral y un interés estratégico de Bonn que los españoles suelen ver con temores.

Es cierto también que el liderazgo europeísta del canciller parece en los últimos tiempos aquejado de asma. Puso la defensa de los intereses de los länder por encima de los de la Unión cuando el Tratado de Amsterdam. Se ciñe a los imperativos de la ortodoxia del Bundesbank, frenando los avances hacia una Europa socio-política que complemente la monetaria. Y, sobre todo, a través del ministro de Hacienda Theo Waigel, racanea en el esfuerzo financiero que exigirá la ampliación al Este.

Por eso, Gerhard Schröder constituye también una oportunidad. Euroconverso, el candidato socialdemócrata muestra ahora el mismo empeño por profundizar la UE, por una Europa con política exterior y defensa propias, que su oponente. Y sobre todo, como explica su correligionario José Borrell, con quien se entrevistó este verano, "es un decidido defensor de las políticas complementarias de la unión monetaria" en "la línea que defendemos gente como Delors, Jospin y yo mismo". Si Kohl es un cristiano social, su rival sería un socialista "muy socialdemócrata", aunque lo decore con apelaciones a la algo difusa tercera vía de Blair.

El gran asunto inmediato entre España y Alemania es la batalla financiera comunitaria, el alcance y el reparto del dinero necesario en el período 2000-2006 para mantener la articulación actual de la UE y afrontar al mismo tiempo el ingreso de nuevos socios. Hasta muy recientemente, el dueto Kohl-Waigel ha venido defendiendo un enfoque impresentable: reducir la aportación alemana al presupuesto común y conseguir un "retorno" según el antieuropeo esquema del "cheque británico" conseguido por Margaret Thatcher en 1985.

Con el mismo objetivo de reducir el esfuerzo financiero-fiscal alemán, Schröder se ha apuntado a una fórmula más europea y más interesante, una variante de la propuesta formulada por el luxemburgués Jean-Claude Juncker. En vez de reducir los ingresos nacionales, rebajar los gastos comunes, de forma que sean los Gobiernos y no la Unión quienes financien parte del dinero destinado a la proteccionista y exorbitante Política Agrícola Común. Waigel se ha inclinado después, tardíamente, por algo parecido. Con unos o con otros -o con ambos mezclados en una gran coalición-, Bonn será muy firme defendiendo sus intereses. De modo que a España le toca completar su actual determinación con una operación de seducción, de alianza, de compromisos. Porque el problema financiero alemán es también nuestro problema.

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