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Late todavía el corazón del maniquí

Decenas de viandantes quedaron sorprendidos en la mañana de ayer al descubrir que la persona que estaba siendo reanimada por la Unidad de Emergencias del Servicio Vasco de Salud en plena Plaza Circular de Bilbao no era tal, sino uno de los muñecos de goma que los equipos sanitarios utilizan habitualmente en sus cursillos. Ayer, la atención de urgencia se trasladó de las aulas de los cursos al lugar donde decenas de veces tendrán que verse las caras con la enfermedad o la muerte: la calle. Tres equipos, formados cada uno de ellos por un médico, una enfermera y un auxiliar-conductor, tuvieron que atender otros tantos casos urgentes ante la puerta de la sede principal del BBV, en una ambulancia y en un despacho de un edificio próximo. Todos los pacientes salvaron sus vidas. Los simulacros comenzaron a las 10.30 de la mañana. Frente al edificio del BBV, el inexpresivo viandante yacía en el suelo tras sufrir una parada cardíaca. En una ambulancia situada cerca, los equipos tenían que salvar a otro ciudadano que, tras sufrir un atropello, presentaba fuertes traumatismos en cabeza y abdomen. Por último, en un despacho, debían normalizar el estado de un empresario con problemas respiratorios y taquicardia. El director gerente del Servicio de Emergencias, José Luis Azpuizu, destacó para explicar los ejercicios de ayer que "no es lo mismo practicar en un aula que en la propia calle, donde la tensión de atender una parada cardiaca o un accidente es mucho mayor, incluso en un simulacro, ante la cantidad de personas que se congregan alrededor de un suceso así". La importancia de los ejercicios, que fueron seguidos con curiosidad por los viandantes, es evidente. En lo que va de año, la Unidad de Emergencias ha atendido un total de 360 casos de paradas cardíacas. De ellas, 41 fueron muertes evitadas, es decir, pacientes que lograron ser reanimados. En un 10% de los casos de parada cardiaca que atiende la unidad se logra evitar el fallecimiento del paciente, un porcentaje alto si se tiene en cuenta que la media europea en este mismo tipo de servicios ronda el 5% y que la mayoría de las llamadas de auxilio corresponden a casos de personas accidentadas no reanimables debido a la gravedad de su estado. A pesar de todo, José Luis Azpuizu recalcó la necesidad de que los ciudadanos tengan "unos mínimos conocimientos de reanimación, por masaje cardiaco y respiración boca a boca, que servirían para mantener con vida al afectado" mientras llega la Unidad de Emergencia. Pese a la opinión de los expertos, la realidad es que todavía no existen cursillos regulados de este tipo.

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