Sevilla, capital universal del ruido
Sevilla, con su vocación de organizadora de grandes fastos internacionales, debe reclamar para sí un título que en justicia le pertenece: el de capital universal del ruido. La obtención de dicho galardón nos permitiría atraer a nuestra ciudad a todos aquellos amantes del ruido que en sus lugares de residencia ven reprimida su pasión.Sevilla cuenta ya con una nutrida flota de motos con escape libre, numerosos locales sin insonorizar con música a todo volumen, zonas de marcha en las que cada vehículo dotado de equipo sonoro es una pequeña discoteca. Son famosos sus bares en los que música, televisión y máquinas tragaperras se funden en una abigarrada y potente polifonía.
Aquí, el amante del ruido gozaría de verdad, y, dado que la Concejalía de Medio Ambiente parece convencida de que el ruido forma parte de nuestra jocosa y desenfadada idiosincrasia, el turista del ruido no habría de temer ningún tipo de represión: si algún vecino pretendiera limitar su sagrada libertad y su derecho a hacer todo el ruido que le viniese en gana, sería aquél instado a presentar una denuncia que quedaría en papel mojado.
Sólo falta convencer a la Concejalía de Cultura. Ésta podría difundir el lema: "El ruido es cultura", o mejor, "El ruido es nuestra cultura".
El negocio turístico sería tan redondo que hasta podría acabar con el paro en la ciudad. Sus beneficios serían tales que compensarían con creces la necesaria construcción de algunos hospitales psiquiátricos para aquellos que estamos ya a punto de enloquecer. ¡Adelante, podemos conseguirlo!-
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