Pagan cuatro millones por un futbolista de nueve años

Dicen que Gerardo Castro es un fenómeno que vive en un suburbio de Buenos Aires llamado Grand Bourg. Que domina la suerte del fútbol con la pericia del genio. Que sólo tiene nueve años pero que su corpulencia es extraordinaria, que es tímido y muy humilde. El niño habría pasado desapercibido jugando en un rincón de la megalópolis si no fuera porque en cada potrero hay siempre un ojeador en busca de talentos precoces. Y dicen que un empresario cercano al River Plate, el club más poderoso de Argentina, -El Millonario, le llaman- ha pagado 25.000 dólares (cerca de cuatro millones de pesetas) para adquirir los derechos de sus futuros contratos.La información fue publicada el domingo por el diario Clarín. "Es la primera vez en la historia que el River contrata a un jugador de nueve años", reconoció ayer un directivo del club, Norberto Álvarez. "River ha contratado al chico por 10.000 dólares [cerca de un millón y medio de pesetas]. Es un dinero que pagamos al padre, una cifra insignificante para ayudarlo en los gastos de transporte, educación, etc. Ahora el jugador es nuestro". Álvarez relata entre vaguedades que luego apareció un representante "que no tiene nada que ver con el club" y le pagó al padre, un mecánico llamado José Castro, entre 25.000 y 30.000 dólares por los derechos del pase.

El marco legal, protector del menor, hace de estos contratos mero papel mojado: por más dinero que cobre el progenitor, la patria potestad es intransferible. José Castro afirmó a Clarín que "firmó" un contrato "con una persona que trabaja como nexo entre el River y el club" de barrio en el que jugaba su hijo, el Estrella de Maldonado. Aunque los directivos del River nunca lo vieron jugar, se fían de sus ojeadores del fútbol infantil. Éstos aseguran que "representa más de la edad que tiene", que posee una buena pegada y un extraordinario dominio del balón. Ahora Gerardo estudia en el colegio del River, en el estadio Monumental, se entrena con los infantiles y sienta un precedente que no soñó Maradona: a su edad el Pelusa jugaba en el Cebollitas.