El atasco judicial se instala en la plaza de Castilla
Funcionarios, profesionales del Derecho y particulares reflexionan sobre la lentitud de la justicia
Joaquina Cabello cree que la justicia "es malísima" y se queja de que sea "demasiado lenta". Aunque aclara que no es experta en el tema, sospecha que el problema no tendrá solución a corto plazo.La impresión de esta mujer, de 53 años, coincide con el diagnóstico que hizo público el presidente del Tribunal Supremo, Javier Delgado Barrio, cuando el martes pasado inauguró el año judicial y señaló que "la lentitud" es la principal enfermedad que aqueja hoy a la justicia española.
No es la primera vez que Joaquina Cabello pasa su mañana en los juzgados de la plaza de Castilla. Sentada junto a su madre, que presentó recientemente una demanda por lesiones, cuenta que hace cinco años su hijo cumplió una semana de arresto por haberse enzarzado en una pelea con otro joven que lo dejó sin cuatro dientes. "Me quedó una sensación de injusticia tan grande que ahora ya no confío en los magistrados", explica sin dejar quietas sus manos ni un segundo.
Lourdes vive en un piso de la calle de César González Ruano. Está de pie y se la ve ansiosa. Espera al otro lado de la puerta de la sala de audiencias del juzgado de instrucción número 33. En sólo unos minutos la convocarán a exponer su caso. Ella y su madre denunciaron nueve veces a la conserje de la finca donde viven desde hace dos décadas, según cuenta exaltada. Su historia lleva más de diez años viajando de juzgado en juzgado.
"La persona a la que acusamos ya fue condenada por la Audiencia Provincial, pero se beneficia de la lentitud de la justicia. Es vecina y portera del edificio y no piensa irse. Nos amenaza de muerte constantemente", se queja.
Jorge prefiere no dar a conocer su apellido. También critica la lentitud de la administración judicial. Habla en voz baja y confiesa que su relación con los tribunales tiene antecedentes. Hace seis fines de semana que cumple una condena que le impusieron hace cuatro años por abandono de familia. "Es que tenía una sanción por haber conducido alcoholizado en 1991", explica. "Ahora estoy aquí para solicitar que me cambien el arresto por una multa, pero no creo que lo consiga", dice con una cuota de resignación.
Es alto, canoso y tiene grandes ojos celestes. Juega con un mechero y mientras mira la puerta del juzgado que tramita su caso, agrega: "Tampoco se le puede achacar todo a ellos", dice en referencia a los jueces y funcionarios. "A fin de cuentas, la culpa también la tenemos quienes incumplimos la ley. En mi caso, por ejemplo, me notificaban las cosas, pero como yo cambiaba de vivienda, nunca me enteraba de nada".
La cola en la oficina de Notificaciones de los juzgados de la calle de Capitán Haya es muy larga. Lourdes trabaja allí junto con otras 200 personas. "Estoy acostumbrada al gentío. En la sala de al lado, para solicitar abogado de oficio, también hay mucha gente siempre", comenta.
Lila y su hermana están en la hilera desde hace una hora y media para conseguir un letrado que las asesore. "De lentitud no sabemos nada porque sólo hoy empezamos el papeleo. Sabemos que tendremos que esperar mucho tiempo para solucionar el asunto. Es muy grave", advierte. "El marido de mi hermana casi la mata, y el asunto es que tienen una niña de cinco años", dice con un teléfono móvil en la mano.
Pedro Amorós Leblic es representante legal de una empresa de recuperación de autos y se considera un mal abogado. "El tema de la lentitud siempre ha sido así. Es el mecanismo mismo lo que impide que sea más rápido", opina.
Los casos que generalmente atiende Amorós Leblic suelen ser cuestiones contencioso-administrativas, una jurisdicción que ha comenzado el año con 60.000 asuntos pendientes del anterior. "En los juzgados de lo contencioso están tardando no menos de tres años por caso. Muchas veces vas a los juzgados y no le ves ni la cara a los empleados. Están tapados de papeles y no dan abasto".
Para combatir esta congestión judicial, el Ministerio ha anunciado la apertura de 13 juzgados antes de que finalice el mes.
El sindicato Comisiones Obreras aplaude la creación de los nuevos juzgados que abrirá este mes el ministerio (veáse EL PAÍS del 16 de septiembre pasado), e indica que una posible solución a la lentitud en la justicia "sería que haya más personal en más juzgados".
Concha García, secretaria de CCOO-Justicia, rechaza que se descargue la responsabilidad del atasco judicial en el personal, y asegura: "Esta Administración adolece de un estudio serio para determinar qué hace falta para que estén garantizados los derechos de los ususarios, el personal y los magistrados".
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