La virtud de la brevedad

La corrida tuvo la gran virtud de la brevedad. En una hora y 55 minutos todo el mundo a la calle. Los tres eran nuevos en esta plaza y tuvieron el detalle de no ponerse pelmas, lo cual es muy de agradecer a estas alturas de la feria, más que nada por la sarta de tostones que llevamos a cuestas.Los toros de Montalvo, estuvieron en el límite de las fuerza y con un manejable desgaste que uno enciende como una futura recuperación que será lenta, porque ya se sabe que a un toro se le convierte en burro en un dos por tres, pero para convertir al burro en toro tiene que pasar mucho tiempo y no siempre hay garantía de éxito. El tercero, que reseño como el mejor, cumplió en una vara, estuvo pronto en banderillas, y tuvo nervio en la muleta, aunque acabó apagado en sus iniciales bríos. Se ve que cada día uno se conforma con menos, y eso que los taurinos se quejan tanto de las exigencias.

Morante de la Puebla, pareció en su primero tan corto de recursos como el toro de embestida, que no llegaba a culminar ni en su mitad. Todo el mundo está emperrado desde hace un siglo en los dos pases, y en cuanto un toro no los admite cunde el desánimo. En claro reconocimiento a su incapacidad para hacer algo diferente, abrevió. El cuarto obedecía noblemente al toque del matador y éste, con buen aire, empleó ambas manos con facilidad y compostura.

Eugenio de Mora se hincó de rodillas en las rayas, levantó el capote en una larga afarolada, se le fue el toro y ante tamaño desaire, le largó otra de la misma guisa en cuanto se le puso a tiro de nuevo. El toro acudía franco e incluso con alegría al primer muletazo, pero en el segundo de la tanda se ponía mustio y únicamente manifestaba una dócil borreguez. El torero templó pero se puso encimista, con lo cual el toro se hartó de ver los dibujos de oro sobre la seda.

Cuatro de rodillas fueron el prólogo a la faena en el quinto, que escarbó, reculó y se manifestaba tardo en embestir. El torero se mostró voluntarioso pero tosco. Además, despegadísimo. Esto lo copian de las figuras, seguro. Entre toro y torero, cabía otro toro, pero atravesado.

Manolo Amador lanceó con más intenciones que logros a su primero y comenzó la faena con buenos pases por bajo. Tuvo momentos de interés e incluso con sabor. En el sexto, tardo y corto, sólo hubo intentonas fallidas.